En el viaje más tétrico de la historia

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Todos se quedaron paralizados en la puerta del trasbordador, estorbando la entrada a los pobres ilusos que venían tras ellos, puesto que lo que estaba frente a ellos no lo esperaban... el trasbordador estaba lleno con gente normal, casual, bulliciosa y con niños. ¿Acaso viajarían como turistas?

-¿Qué es lo que pasa? –Preguntó Sam, extrañada de que no se movieran de la entrada, nada confusa con viajar en un vuelo comercial.

-¿Relena? –Le llamó Heero, como si intentara comprobar que esperaba eso.

La representante se miraba, ciertamente, bastante confusa con el paisaje que tenía en frente, pero no tenía el grado de incredulidad de sus amigos.

-Bueno, no lo esperaba, es verdad. –Sonrió Relena, aceptando sin más el panorama.

-¿Qué quieres decir?

-¡Señorita Relena! –Se escuchó una tétrica, chillona y molestosa vocecita.

Los pilotos palidecieron más al ver a aquella rubia mujer, de grisáceas cejas antinaturales, en un vestido color azul pastel sin mangas y con un anticuado cuello blanco de marinero. Su cabello llegaba un poco debajo de los hombros, pero aun así tenía la capacidad suficiente para inspirar auténtico terror al quinteto de pilotos. Sam permanecía alegremente ignorante a todo lo que estaba por sucederle en ese fatídico vuelo, y de aquí en adelante...

-¡Dorothy! –Relena le llamó con franca alegría, obsequiándole una encantadora sonrisa. –Entonces no nos hemos equivocado, qué alivio.

A todos les cruzó un "¿Qué?" por la cabeza mientras arqueaban una ceja al mismo tiempo.

-Le ruego me disculpe. –Dorothy se inclinó un poco frente a ella. –Pero pensé que si viajábamos en clase turista sería menos llamativo y más divertido para todos.

-Siempre he pensado que se tiñe el cabello. –Murmuró Quatre, petrificado.

-¿Tú crees? –Contestó Trowa, igual de pálido como fantasma.

-Sería más tenebroso que se tiñería la ceja solamente.

-Lo tiene gris canuzco. –Afirmó Wufei, con una cara de absoluto desagrado.

-¿Esto podría ponerse peor? –Cuestionó Duo, aterrado.

-Tenlo por seguro. –Heero se había recuperado del susto, volviendo a su faceta seria.

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Lugares asignados.

Primer asiento: Dorothy y Relena, entusiasmadas como chiquillas, conversaban alegremente acerca de lo que habían hecho en todo el tiempo que no se habían visto.

Cuarto asiento: Quatre tenía la cabeza pegada a la ventanilla, mientras Sammy acomodaba su maleta en la gaveta de arriba, entusiasmada por compartir tiempo con el mejor amigo de Trowa, del que él siempre le estaba hablando.

-Dorothy Catalonia. –Pronunció Quatre, tétricamente.

Séptimo asiento: Heero Yuy era acosado por una inocente criaturita de ocho años, con coletas rubias y un pomposo vestido rosado de muñeca, guantes y zapatitos de charol brillante incluídos.

-¿Me dejas ir en la ventanilla? –Cuestionó la dulce niñita con una voz tan melosa como la de Relena cuando declamaba su profundo amor por él.

-No.

-¡Anda! Mi papá y mi mamá, cuando hacemos viajes en trasbordador espacial a la esfera terrestre, me dejan ver por la ventanilla cuando vamos cruzando la atmósfera, ya que normalmente los pasajeros que se sientan conmigo se van a visitar parientes en otros asientos y ya no vuelven hasta que el vuelo se ha terminado... ¿has visto cuando cruzamos la atmósfera lo roja que se pone la nave? Eso es porque...

AtrapadosWhere stories live. Discover now