Atrapados

En el gimnasio

Dedicado a Carolina.

-¡Chicos! ¡Nos vamos! –Gritó Relena desde la puerta de entrada, agitando su mano derecha en señal de despedida como si estuvieran a kilómetros de distancia los unos de los otros.

-¿Se van? ¿A dónde? –Cuestionó Heero, bastante alterado con aquello, pues ella nunca salía a la calle sin su guardaespaldas titular, o sea él.

Las chicas estaban allí de pie, Relena y Dorothy usando sus típicos y anticuados vestidos largos con cuello de marinero y mangas a tres cuartos, rosa inmaculado en Relena y azul pastel en Dorothy, y Sam con un conjunto de mini falda deportiva color beige y blusa de tirante grueso color gris, contrastando con las otras dos; llevaba en sus manos unos maletines medianos que parecían a punto de reventar por el contenido de estos.

-¿Se van de camping? –Cuestionó Trowa.

Los chicos se encontraban sentados en el suelo de la sala alrededor de la mesita del medio, donde habían colocado un tablero de Monopoly A. C. (¿?), tupida de trasbordadores de colores, edificios y casitas color grises y azules respectivamente; Quatre iba ganando, y Heero estaba casi en la ruina, mirando con suma molestia su pequeño trasbordador color verde, triste y desolado.

-No. –Sam comenzó a explicar de forma paciente. –Relena se ganó unos cupones de cortesía para entrar a un gimnasio súper exclusivo e iremos hoy. Ayer te lo dije, Trowa, ¿no lo recuerdas?

-Ah, sí claro. –Mintió el 03.

-Espera, ¿dónde te ganaste esos cupones? –Cuestionó el 01, girándose de nuevo hacia su novia, suspicaz.

Relena se sonrojó súbitamente, ante la mirada curiosa de Dorothy.

-No te interesa. –Respondió, cortante.

-Se los dieron por comprar en una tienda de lencería fina. –Contestó Quatre, lanzando los dados. -¡Bien! Compraré el lugar.

-¿Lenceria? –Cuestionaron todos al mismo tiempo, excepto Heero, que miraba desaparecer su satélite de recursos hipotecado a mano del monopolista Winner.

-Uy Relena, qué sexy. –Dorothy rió con picardía al comprobar las intenciones de su amiga.

Hubo un silencio curioso donde todos miraban a la nombrada con cara de susto, puesto que jamás se imaginaron que la virginal y dulce Relena comprara lencería sexy; la castaña bajó la mirada, sintiendo su rostro arder en vergüenza, convencida de que la creerían una pervertida.

-V-vámonos ya. –Dijo, aun acongojada con aquello, dándose media vuelta y prácticamente huyendo por el recibidor hasta la puerta. -¡Peygan!

Las chicas salieron tras Relena, aun conversando acerca de la lencería sexy de la representante, dejando tras ellas un denso aire de silencio, el cual era la conjunción del tema que les había puesto en jaque, y el hecho de que Heero, que no había entendido de qué hablaban y por qué Relena había salido tan súbitamente, estaba malhumorado por el estúpido juego donde, de alguna forma inexplicable, comenzaba a perder sus figuradas pertenencias a manos del monopolista Winner, siendo que él era un buen administrador en su tiempo.

-Estúpido juego, debe estar trucado para que los magnates ganen más. –Susurró el 01, causando una leve risa a Duo.

-Oigan. –Wufei habló un poco más alto, mientras movía un poco su trasbordador color negro sobre el tablero tras haber lanzado los dados. -¿Qué tal si nosotros también vamos al gimnasio donde van las chicas? Hace tiempo que no nos ejercitamos como se debe.

-Pero no tenemos membresías. –Dijo Duo, pensando súbitamente en su dolor de espalda.

-O cupones. –Completó el millonario (en la vida real y en el juego) Quatre.