Atrapados

En un incendio

Heero fue el primero en despertar al darle de lleno el sol a través de una ventana abierta, fastidiándose en el momento; se levantó un poco sintiéndose bruscamente dolorido por haberse quedado dormido sentado en el suelo alfombrado; estaba recargado en el sillón más amplio, donde Relena, Dorothy y Samanta dormían juntas como si de su cama se tratase. Sobre su hombro tenía la cabeza de Duo, que dormía tranquilamente, en cuyo regazo estaba la cabeza del rubio Quatre, y, para variar, en la espalda de éste estaba durmiendo Wufei (alias la piedra humana), como si no existiera un mañana. Finalmente, Trowa estaba en la otra punta del sofá, sentado también, recargado en las piernas de su rubia novia.

-¿Qué demonios? –Murmuró levemente, mirando a todos lados.

Después de unos momentos en los que su mente se aclaró (y su cuello dejó de dolerle, convencido de que se había mal acostumbrado a las suaves camas), comprendió la razón por la que se había quedado dormido en ese lugar rodeado de toda la camada de compañeros que tenía: la mentada falla eléctrica (a la que afectuosamente llamaremos Will), estuvo hostigándolos hasta avanzadas las cuatro de la mañana, manteniéndolos a todos alertas ya que tenía la mala costumbre de abrir y cerrar puertas, jalar pies a incrédulos, hostigarlos con risitas que no pertenecían a nadie más, y por castigar a los demás haciendo que Dorothy gritara cada vez que su bata de baño se levantaba "misteriosamente"... claro que ninguno tenía algún interés por saber lo que había debajo de esa tela, Will sería un pervertido. Bueno, excepto Wufei, el cual durmió como una roca en todo momento.

-A un lado. –Exclamó Heero, empujando a Duo con ambas manos, levantándose para ir al baño que ya le urgía.

Duo cayó al suelo, dándose un golpe duro contra la alfombra, que aunque no fue tan fuerte le hizo ver estrellas, despertándolo de forma precipitada; comenzó a manotear en el aire como si estuviese cayendo por un precipicio, hasta que su mano derecha aterrizó contra la cabeza del rubio Quatre, que se tallaba los ojos como niño pequeño, provocándole un destello de dolor.

-¡Au!

-Perdona. –Murmuró el 02.

-¡Qué fatal noche! –Gimió Trowa, sintiendo su espalda hacer ruido por la posición en la que había dormido.

-Al menos ya amaneció. –Susurró Sam, completamente despeinada y el rímel corrido.

Todos se levantaron unos momentos después, dejando a Relena sentada en el sofá, bella e inmune a las inclemencias como siempre.

-Decidido. –Volvió a hablar el 03. –Nos vamos a las habitaciones antes de las nueve... solo por seguridad.

Todos asintieron, por seguridad, y se dispusieron a retirarse a sus habitaciones correspondientes para ducharse y vestirse más decentemente, en el caso de Dorothy, vestirse llanamente... dejando a Wufei tirado en el suelo, aun durmiendo como roca, a un lado de un charquito de babas.

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Duo daba vueltas despreocupadamente por la cocina, trayendo ingredientes como si viviera para ello (o como si ya hubiese hurgado la cocina de Relena, que era lo más probable), comenzando a preparar el desayuno como si hubiese nacido para eso. Trowa lo miraba algo asombrado, tan solo colocando la loza blanca correspondiente, como si le fuese imposible creer que su ruidoso amigo fuera capaz de tener habilidades culinarias.

-¿Te gusta cocinar? –Cuestionó el ojiverde, bastante maravillado. Demasiado, aunque Duo en si no lo notaba.

-Bueno, sí. –Contestó, alzando los hombros, mientras batía con naturalidad la masa que había preparado con un batidor de huevos manual. –Hilde es pésima cocinando, y yo me vi a la necesidad de aprender para no morir intoxicado o algo peor. No me molesta hacerlo, si a eso te refieres.