Bajo el domino de Dorothy

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Duo tenía cara de terror supremo al ver lo que tenía en frente; Trowa, de irritación por el dolor de cabeza que le causaba la voz de cierta persona, y Wufei, fastidiado, se estaba quedando dormido de pie. Frente a ellos estaba el elegante comedor hecho un caos, ya sin Peygan quemado al cual, amablemente, habían mandado al hospital, y Dorothy, en un ajustadísimo overol de mezclilla que más bien parecía de lycra, cuyos minúsculos y ajustados shorts eran demasiado cortos que dejaban ver que no había más debajo de esa tela, además de una minúscula blusa rosa que más bien parecía top, el cual cedería bajo la presión de sus pechos en cualquier momento... y les miraba como si de un general de la milicia se tratara.

-Muy bien, trío de inútiles. –Comenzó la rubia en falsete, haciendo que le chillara un oído a Trowa. –Comenzaremos con la limpieza de este caos antes de que llegue la señorita Relena con el material nuevo, teniendo a ese par dudo que se demoren demasiado. –Rió con algo de malicia. –Así que hay que juntar basura y arrancar el tapiz quemado.

-¿Por qué tenemos que hacerlo nosotros? –Se atrevió a preguntar Duo, imprudente como siempre. –Si Wufei fue el que comenzó con este caos.

-Concuerdo. –Dijo Trowa, uniéndosele.

-Bueno, es muy simple. –Dorothy sonrió de una forma tan maligna, como solo ella podía. –Si no lo hacen, en la noche me pasearé por sus habitaciones con un platillo exquisito de la señorita Relena, y los obligaré a comerlo bajo unas hermosas torturas que quisiera practicar desde que las leí...

Duo y Trowa habían asentido con temor con el solo hecho de escuchar que ella entraría en sus habitaciones durante la noche; Wufei, sabio y precavido, pensó en poner una trampa en la entrada de su habitación durante la noche, solo por si acaso.

Antes de que pudiesen reaccionar y comenzar a palear escombro, Dorothy se dirigió hacia uno de los muebles quemados de madera, el cual contenía un potente modular de última generación, el cual se encontraba extrañamente intacto. Sacó un control remoto de su escote y encendió el aparato, llenando la casa de un extraño ritmo latino, muy parecido a la salsa, pero que sonaba totalmente monótono y repetitivo, aturdiendo a los habitantes de la casa. Bajo ese extraño y perverso compas, los ex pilotos comenzaron a limpiar el comedor, mientras Dorothy cantaba a toda voz, cómodamente sentada sobre la mesa, limándose las uñas.

-¡Y dale, con la pala! ¡Con la pala dale, dale! Que sufra, que jadee la perra, dale, dale, dale. –Cantaba Dorothy, alterando notoriamente a los pilotos, mientras se redondeaba las uñas. –Rápido, muchachos... ¡Y jálalo, jálalo fuerte! ¡Dale a esa perra! ¡Dale y termina el trabajo!

-Esa música es horrible. –Murmuró Wufei. –Es completamente indecente y espantosa, ¿cómo puede haber gente que le guste?

-Bueno, es Dorothy, no debería sorprenderte. –Susurró Duo.

-¡Ouch! –Gimió Trowa de repente, jalando su mano desde un montón de tapiz. –Me he cortado con algo.

Pronto, una gota enorme de sangre corrió desde su dedo índice hasta la muñeca, ante la indiferente mirada de los tres muchachos; podían ver sangre, tripas, huesos rotos, gente hecha caldo... todo menos a Dorothy y sus horripilantes canciones.

-¿Con qué? ¿Con un metal? –Preguntó el 05, moviendo algunos muebles.

-No lo sé.

-Déjame ver. –Duo se acercó a su compañero, tomando su muñeca para ver el corte.

-No es nada grave...

Su voz fue bajando de tono lentamente al pronunciar la última palabra, hasta hacerse casi nula; Trowa miró fijamente a Duo, como si el muchacho fuese un enigma a resolver... el contacto de su mano fue como una extraña descarga eléctrica, y al verlo tan cerca de él, se sonrojó intensamente. Su rostro bajo, mirando su mano detenidamente, fino, casi perfecto, sus ojos claros y llamativos, afectuosos en veces... retiró su mano bruscamente, como si el contacto le hubiese quemado la mano.

AtrapadosWhere stories live. Discover now