Soy Ben, Ben Hascom.

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Narro Shio, la zenzual escritora:

Dolor, tristeza, algo de miedo y odio.

Era lo único que sentía.

Dolor y tristeza por la desaparición de su única razón para ser feliz.

Algo de miedo por lo que le pueda haber pasado a su pequeño hermano.

Y odio, hacia si misma por no haber estado allí y hacia su familia por haberlo dejado salir solo con apenas 6 años.

Sin mirar a su madre, corrió a su cuarto, sacó la ropa rapidamente de la maleta, ya se preocuparía luego de ordenarla. Ella se puso su chubasquero azul cielo con lunares negros, el regalo que Georgie le hizo cuando fue su ultimo cumpleaños y que guardaba como oro en paño, además de que lo había elegido su hermanito sabiendo que a ella le gustaría y era genial, se puso también sus botas de agua, unos pantalones impermeables (obvio) y salió por la puerta pitando, corriendo por las calles mojadas.

Buscaba continuamente, pasaron las horas, seguía lloviendo mientras que ya eran las 10 pm.

Y, sin darse cuenta, llegó a la calle en la que Georgie desapareció, al momento se agarró el collar de nuevo, manía que tenía al sentirse nerviosa, insegura o aburrida, era su forma de darse valor y coraje.

La misma de su sueño, se acercó a la alcantarilla y miró bien... Había un poco de sangre pegada.

Decidió irse de ahí. No había mucha gente, y no era muy seguro salir a las calles a era hora, y menos siendo mujer, que cualquiera te puede violar.

Te subes a un taxi, el taxista te puede violar.

Estas sola por la tarde, algún tío te puede violar.

Entras a un portal con tu vecino, te puede violar.

¡TODOS SON POSIBLES VIOLADORES PARA UNA MUJER!

Bueno, volviendo a la historia...

Decidió irse de allí, cuando vió un destello de ojos Azules. Como los del payaso de sus sueños.

- Quieres un globo? - sonrió el payaso tétricamente

- Tu... Payaso. No eres real. Eres solo un producto de mi imaginación - susurró la niña, lejos de la alcantarilla.

- ¿No soy lo suficientemente real para ti Annie? - puso tono triste - Para Georgie si lo fui. - sonrió el más alto como un maníaco.

- ¡¿QUE LE HICISTE CABRÓN?! - estaba muy cabreada, no, ella no le tenía ni una pizca de miedo, y eso a Pennywise no le gustaba en lo absoluto.

- mmm... ¿No lo viste por nuestra conexión? ¿Es que no has visto ninguno de mis ataques? En tus sueños... Mientras duermes... - el payaso se intentaba acercar a ella con cada palabra

- Ahora tengo una conexión con un payaso imaginario... - respondió irónica

- QUE NO SOY IMAGINARIO! - sus ojos pasaron a Rojos del cabreo.

- Sí, si, lo que tú digas. - se burló valientemente la niña.

- Puedo hacer real tu mayor miedo... No me Cabrees. - amenazó Pennywise.

- Oh, querido, mi mayor miedo ya se hizo realidad. Mi hermano pequeño ha desaparecido. Mi familia está separada. Mi mayor miedo es mi realidad. No puedes asustarme con nada. Guapito. Y te quedan mejor los ojos azules que los rojos, haztelo mirar. - se giró y se fue a su "casa".

La perdedora (Stan Uris)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora