El teléfono sonó ¿Quién sería a esa hora?

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Narro sho, la mejor y más amada escritora de la historia:

Annie, rápidamente, o todo lo rápido que pudo, se posicionó al lado del pequeño, colocándolo detrás de ella.

 - Hola Penny - se burló un poco la niña, haciendo acopio del poco valor que podía encontrar en ese momento dentro de ella, sabía que estaba más indefensa en ese momento contra ese asqueroso, odioso y puede que temible payaso, pero decidió tentar a su suerte. - La hora de la cena ya pasó, es tarde, debes irte a dormir, no seas goloso o engordarás. Vamos. - Aplaudió a modo de orden al payaso para que comenzase a irse. - Y tú pequeño, tus padres te están buscando para volver a casa. - Le dijo amablemente al pequeño, mientras que "Penny" miraba sorprendido a la niña por su osadía, sin percatarse de que el pulso le temblaba por la adrenalina del momento.

El niño, de unos 4 o 5 años, se fue corriendo y riendo un poco, de vuelta con sus padres, a los que encontró buscándole.

Annie estaba apoyada en las muletas mirándole con una sonrisa socarrona.

 - ¿A qué esperas Penny? ¿Necesitas una invitación por escrito? Fu-e-ra. - La chica no se sorprendió cuando "Penny" la tiró al suelo, quitándole una muleta, era de esperar.

Ella lo trató de esquivar y, con su pie bueno, le dió unos buenos rodillazos y patadas tanto en su cara, como brazos, como estómago y donde debería estar su... ejem... su aparato reproductor, por decirlo de una forma fina y no poner la burrada de polla o nepe o pene o como querais llamarlo.

Al otro, que pareció dolerle cuando golpeó sus partes, se tomó unos pocos y rápidos segundos para agarrarse con expresión de dolor.

Pasado ese tiempo muerto de 10 segundos en los que ella casi logró levantarse, consiguió inmovilizar sus piernas y, con sus enormes garras, rajó la escayola, sacando un pequeño gritito de la chica, que luchaba por soltarse.

El payaso retiró la escayola y abrió mucho su boca, tanto que se veían las luces de su interior, Annie creía que le iba a morder la pierna, sintiendo desesperación e impotencia dentro de ella ante su inevitable destino, pero en vez de eso, se sorprendió al notar que esa luz estaba curando su pierna.

Pennywise comprobó su teoría, esa insufrible niña tenía su sangre, la hija de la mujer a la que había v**lado hacía casi 14 años, cuando despertó antes de tiempo por accidente.

Y... ¿cómo es posible que Annie sea su hija si Billy no lo era? Hay que remontarse al nacimiento de Hércules y su hermano, así que... bueno, es algo posible.

En cierto modo, se podía decir que el Sr. Denbrough no era el verdadero padre de Annie, el .

¿Cómo lo notó el payaso? Fácil, las luces de su interior ipnotizaban a un humano normal, pero a alguien de su especie lo sanaban.

Annie no sabía que con ese pequeño y extraño acto, había desencadenado en ella una transformación que nadie esperaba.

En poco, ella no sería humana, aunque tuviese ese aspecto. Ella sería como Pennywise. Salvo porque, al haber nacido humana y crecido como tal, su cuerpo no descansaría 27 años seguidos o necesitaría de la carne humana o el miedo para sobrevivir.

La había transformado en ese monstruo que ella odiaba, pero la chica no lo supo en ese momento. La había condenado a la inmortalidad.

No haré más spoilers de lo que pasará porque me odiareis.

(When la propia escritora te spoilea)

Annie notó su pierna curada. Y Pennywise la levantó de golpe, tenía los ojos rojos de su enfado, Annie tambien estaba enfadada, y sus ojos pasaron de su habitual azul, al igual que los de Pennywise, a ser rojos.

Lo que hizo que Pennywise se asustase un poco, y la tiró contra un árbol, para luego desaparecer en un abrir y cerrar de ojos.

Annie no había notado lo de sus ojos, solo tenía una enorme necesidad de romper algo, y eso hizo, se cargó el arbolito.

Al darse cuenta de lo que hacía paró. Y volvió a la mesa donde Stan la había dejado, no sin antes recoger sus muletas y tirar el yeso a la basura.

Y llegó justo a tiempo, Stan terminaba de recoger el pedido y se dirigió a ella. Al sentarse a su lado, notó la falta del eso.

Stan - ¿Qué me he perdido? ¿Estás bien? ¿Por qué no llevas el yeso? - dijo atropelladamente preocupado.

¿Quién dijo que las únicas que hablan extremadamente rápido estando preocupadas, nerviosas o etc... eran las chicas solamente? Stan era el claro ejemplo de que eso no era cierto.

Annie - No te preocupes - le cortó en cuanto Stan comenzó a hablar como loco actuando como lo habría hecho Eddie. - Estoy bien ¿lo ves? - le mostró la pierna complétamente curada.

Stan no lo entendía, aunque está claro que Annie tampoco, no tenían ni la más mínima idea de cómo era eso posible.

De todos modos, se sentaron a cenar tranquilamente. Riendo por tonterías y sonrojándose por otras.

Cuando la hora de vuelta a casa de Stan se acercaba, ambos pre-adolescentes corrieron rápido como el viento perdigón. Lo siento, quería hacer la broma.

Llegaron justo a tiempo a la casa del adorado judío Stanley. Y Stan, caballerosamente, trató de acompañarla a casa. Pero ella se negó alegando que no estaba muy lejos de casa, y que quería dar un paseo.

Aunque en realidad ella solo lo hacía por si acaso, para protegerlo. Al llegar a casa, guardó las muletas en un armario y se cambió el incómodo vestido por su pijama de los aristogatos, película disney que habían sacado en 1971, el pijama era de su madre, pero a ella se lo había heredado.

Muerta de sueño, se dispuso a irse a dormir al fin a su adorada y amada camita. Pero como la suerte es tran traicionera no pudo hacerlo, porque....

El teléfono sonó ¿Quién sería a esa hora? 

Era Stan, quería saber qué tal estaba, cómo se lo había pasado, si había tenido problemas en el camino a casa y muuuuchas más preguntas.

Annie - Bien, genial, no, y Stan - trató de parar el río de palabras que salía de la boca del chico - Stan, Stan - El chico no paraba de especular y hablar. - ¡STANLEY URIS! - Al fin consiguió silencio en la otra linea - Sí, he llegado bien, no te peocupes. Pareces un novio preocupado con tantas preguntas. - ambos comenzaron a reir.

Pensaban que ojalá eso fuese así, pero era obvio que no lo dirían. Una porque sabía, o más bien, creía, que la rehazaría. Y el otro por temor al rechazo. Annie no temía al rechazo, porque, simplemente, era algo que pasaba sin más.

Cuando cortaron la llamada, ambos se dieron cuenta de que había pasado media hora, y Stan se fue a la cama.

Aunque Annie oyó la puerta abrirse, y fue sin miedo a la entrada.

¡ALLÍ ESTABA PENNYWISE LLENO DE SANGRE Y A SU LADO EL CADÁVER DE SUS PADRES Y HERMANO!

Es mentira, allí solamente estaba su familia, que acababa de regresar a casa tras un largo y divertido día de carreras de bicicleta y otras cosas en el pueblo de al lado.

La perdedora (Stan Uris)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora