Soy Beverly. Beverly Marsh.

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Narra Vuestra amada narradora:

- Bowers. Cuánto tiempo. - le nombró ella, poniéndose de pie.

- Annie? - guardó la navaja de su padre sin que ella la vea y la abrazó rápidamente.

Había echado mucho de menos a su amiga. Demasiado.

- ¿Dónde estuviste tanto tiempo? - cuestionó Patrick sonriendo, contento de volver a verla.

- Creímos que habías desaparecido. - Belch le otorgó un abrazo protector. Él ahora era como el "padre" del grupo. Protegía a todos y los aconsejaba.

- Hasta fuimos a tu casa a preguntar por ti. - a Víctor, el más sentimental, se le escaparon algunas lágrimas de alegría al abrazarla. Siempre fue muy sensible, por eso Annie sentía que debía protegerlo de todo lo malo.

- Te habían enviado a un internado... - Henry susurró sonriendo de nuevo.

Los otros tres también la abrazaron sonriendo.

- Wow Wow Wow, chicos. - Ella  disimuladamente, y sin que nadie lo notase, cogió la navaja del padre de Henry de su bolsillo.

Los chicos se separaron de ella y ella les mostró la navaja.

- ¿Cómo la has cogido? - preguntó el dueño alarmado.

- Creo que voy para carterista. - respondió simplemente

Se puso seria, apoyada en el tronco del árbol, no se esperaba que uno de sus mejores amigos de la infancia tuviese una navaja en su bolsillo.

- Henry. ¿Qué es esto? - cuestionó con la ceja alzada.

- Es... Mio.- titubeó el rubio.

- Henry, quiero la verdad. - le señaló con la punta, calmadamente, luego dirigió la punta al resto - ¿Chicos?

- Es la navaja de su padre. La robó. - cantó Patrick apoyándose a su lado en el árbol.

- Y la usa para amenazar o cortar a los que atemoriza, Patrick usa el desodorante en Spray y el mechero para quemarles - añadió Belch, avergonzado de la conducta de sus amigos.

- Pero luego, Henry la devuelve a donde estaba cada noche para que su padre no lo note. - Victor soltó de más, serio, él no quería ser cercano a Henry o Patrick.

- Henry. Por qué lo haces? - preguntó seria.

- Porque sí. ¿Vale? Dame mi navaja... - pidió Henry, cabezón.

- Cuando volví creí que os vería y sería como siempre. Pero está claro que no. Si hacéis esto a los niños. No quiero que seáis cercanos a mi. Menos Víctor y Belch. Me habéis decepcionado. - suspiró Annie, entregando la navaja.

- Lo siento, de verdad... - comenzó Henry

- Pero ya sabes nuestras situaciones familiares... - siguió Patrick, de verdad había arrepentimiento en sus voces y ojos.

- Eso no es escusa para hacer lo que hacéis. - les cortó la excusa de raíz, como si hubiese dado un cortr con aquella navaja. - Adiós chicos. - y se fue hacia su tercera clase, moviendo nerviosamente su collar al marcharse.

Un año más tarde...

Ya han terminado casi todos los días de clases. Era viernes, verano, 3ª hora. Todos los niños esperaban ansiosos el timbre de salida de clases, el cual sonaría en 30 mins más.

La perdedora (Stan Uris)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora