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Era el segundo fin de semana de Noviembre, y yo me estaba dejando llevar por el aparentemente plácido ritmo de vida de aquél pueblo. El invierno se acercaba y se hacía notar. 

Las últimas dos semanas había empezado a pasar bastante tiempo con Ricky y Mimi. Me caían genial, estaban prácticamente como cabras y las cosas no eran para nada incómodas entre ella y yo. Además, el hecho de que viviesen solos era un lujo, porque podíamos estar en el piso siempre que queríamos, beber, fumar e ir a nuestro rollo.

Aquél día era viernes y los dos estaban trabajando. En principio había quedado con Aitana para tomar un café, pero había empezado a llover con bastante intensidad, así que al final habíamos decidido cancelarlo; Noe estaba trabajando y yo no tenía como llegar hasta el pueblo sin acabar empapada.

Esa mañana había hecho un examen de economía que me había ido de pena. La parte práctica bien, pero la teórica, como tenía que haberme empollado cosas y no me había dado la gana, pues... estaba rezando para que Manu no hablase con Noe sobre mis desastres académicos, aunque sabía que tarde o temprano, iba a pasar.

Estaba tumbada en la cama viendo Netflix, aunque debería de haber estado estudiando para compensar lo de esa mañana, cuando unos golpes en la puerta me sorprendieron.

—¿Ana? —Noe entró en la habitación, mientras yo me incorporaba con rapidez.

—Noe, no te esperaba aquí —le dije sin ocultar mi sorpresa. —Pensaba que estabas trabajando.

—Lo estaba, pero me ha surgido un asunto de trabajo... en Barcelona. Tengo que coger el AVE en unas horas y estar fuera un par de días. El domingo por la mañana vuelvo.

Asentí, no sabiendo muy bien cómo me sentaba la noticia.

—¿Quieres venirte? —me preguntó, con una sonrisa.

Mi mente iba a mil por hora. Estaba esperando esa pregunta, pero tenía muy clara mi respuesta.

—Creo que voy a pasar, Noe. Pero gracias.

Mi tía pareció entenderme.

—Está bien. Tengo que hacerme la maleta, así que no me demoro más. ¡Y estudia Ana! —me dijo antes de salir volando de mi habitación.

Cerré el portátil y me puse el pijama. Seguí a Noe hacia su zona de la casa, y entré en su vestidor.

—¿Vas a ver a mis padres? —le pregunté, tal cual.

Noe dejó de rebuscar entre las americanas colgadas y me miró.

—Puede que quede con tu madre, quiere saber cómo estás. Pero voy básicamente por temas de trabajo, y a lo sabes. No me va a sobrar tiempo. Aunque si te vienes-

—No, no —la corté rápido. —Solo era curiosidad.

Volví a mi habitación, y solo fui interrumpida cuando Noe vino a despedirse. Me abrazó fuerte, me dio un beso en la cabeza, y me dijo que si tenía algún problema contactara con ella vía telefónica.

🦋🦋🦋

La lluvia no había hecho más que aumentar. Estaba en el salón-comedor, disfrutando de la enorme pantalla plana de Noe, con un bol de palomitas al lado y una manta por encima de mis mallas negras y mi sudadera gris.

Estaba viendo una peli notablemente aburrida, pero me apetecía pasar un rato fuera de mi habitación y disfrutar de la casa, que ahora era enteramente para mí. Se me había pasado por la cabeza montar una fiesta el día siguiente, pero no quería reventarme así la confianza que Noe depositaba ciegamente en mí. Además, para eso ya tenía el piso de Ricky.

Que lo bueno está por llegar 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora