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Levantarme a las seis era el precio que tenía que pagar por haber dormido con Miriam. La leona tenía que ducharse, desayunar, y coger el coche para ir a la universidad. Es que no era ni de día, por el amor de Dios.

Habíamos dormido juntas, y nos habíamos despertado siendo un lío de piernas y brazos entrelazados; sin embargo, no habíamos hecho nada de lo que a mí me hubiese gustado hacer.

Que no me quejaba, eh; que dormirme acariciando a Miriam después de habernos besado hasta que nos dolían los labios, ya era más de lo que esperaba la primera vez que la vi y se ofreció a llevarme en su coche. Pero me había dejado claro, que por respeto a Héctor, y por la confusión que sentía en el momento, quería esperar antes de hacer nada más.

Sinceramente lo respetaba y agradecía su claridad; realmente Miriam siempre decía lo que pensaba y no te dejaba en un mar de dudas, como seguramente había hecho yo con otras personas. Sin embargo, cuando esa mañana empezó a desnudarse para ir a la ducha, le dije que me iba a casa a desayunar porque si me quedaba cinco minutos más allí, me lo iba a poner todo muy difícil.

Mientras descendía por el caminito hacia la casa de mi tía, resonaba en mi mente la risa de Miriam cuando le había soltado aquello.

—¿Tú qué? —me dijo Noe desde la cocina en cuanto cerré la puerta detrás de mí. Sabía que estaría despierta y me la encontraría.

—Yo... debería ir a ducharme —respondí subiendo las escaleras a toda prisa.

Me metí en la ducha lo más rápido que pude, dejando mi ropa hecha un buñuelo en el suelo del baño; y con el agua caliente empapándome, empecé a reflexionar sobre lo ocurrido los últimos cuatros días. No sabía lo que tenía con Miri, pero sabía que era algo, y que me hacía feliz.

A toda prisa me sequé el pelo, me vestí, me maquillé un poco y eché la ropa que traía puesta, al cubo de ropa para lavar. Metí los libros necesarios para el día en la mochila y bajé a desayunar. Noe siempre iba con el tiempo contado y supuse que ya estaría por irse.

No me equivocaba. Llego a bajar tres minutos más tarde y no nos hubiésemos cruzado, porque Noe ya estaba rebuscando en su bolso, en busca de las llaves, a punto de salir por la puerta. Levantó la vista en cuanto me vio.

—Ana, ya sé que ayer por lo menos tuviste la decencia de avisarme de que te quedabas a dormir en casa de Miriam, pero no puedes hacer esto cuando tienes clase el día siguiente.

—Pero, ¿por qué no? O sea... en realidad mira, voy mejor de tiempo que nunca —dije señalando la hora en la pantalla de mi móvil, porque era verdad.

Noe me miró como si le hubiese rebatido el único argumento que tenía.

—Bueno, ya. Pero Ana, tengo que ser un poco estricta contigo, hasta que tus notas no mejoren.

Asentí. No era el mejor momento para irme de fiesta y de "pijamadas", en eso tenía razón.

—Eso será si me acuerdo de ser estricta contigo... —murmuró Noe, que por fin había encontrado las llaves.

Yo me eché a reír y ella me miró y se rio también.

—Anda, desayuna antes de que se te eche el tiempo encima. Nos vemos por la noche cariño —dijo antes de salir por la puerta y cerrarla de un golpe seco.

Yo negué con la cabeza, sonriendo.


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—La niña nos lleva una cara de encoñada que no puede con ella —dijo Ricky, apoyado en el espejo de la sala donde Mimi daba las clases de baile.

Que lo bueno está por llegar 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora