❧ 22

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Suspiré y me apoyé con ambas manos en el mármol del lavamanos, sin quitar la vista del espejo.

—Yo no elegí la prueba —dijo Mimi, encogiéndose de hombros, pero con cierta seriedad en su rostro. Caminó hacia mí y me tendió mi camiseta, que me había dejado en el salón. —Solo he venido a darte esto.

Me giré para mirarla a los ojos, cara a cara, y cogí mi camiseta con una pequeña sonrisa. Mi corazón iba a mil por hora, seguramente a causa del alcohol, del juego, y de que la presencia de Mimi siempre era algo imponente; no solo para mí, sino para cualquier persona que se cruzaba con ella.

—Gracias —dije, prácticamente como un susurro, sin atreverme a moverme con brusquedad.

Sus ojos verdes me atravesaban y casi parecía que podía saber lo que estaba pensando. A lo mejor tenía que decir algo para aclarar la situación, pero Mimi y yo nos conocíamos lo suficiente como para entendernos con una sola mirada. Así que la miré en silencio unos segundos hasta que ella miró hacia el lavamanos y rompió el silencio.

—Pásame la toalla por favor, yo también necesito refrescarme un poco —me aparté para que cogiera la toalla que había dejado detrás de mí y sin entretenerme más salí del baño y subí directa a la habitación.

Respiré profundo mientras subía las escaleras de aquella gran casa e intentaba apartar de mi cabeza la imagen de Mimi encima de mí.

Una vez en la habitación, cogí un cigarro, el mechero y mi móvil; y salí a la terraza. ¿Qué hora era? Bueno, las dos y media. Probaría suerte.

¿Ana? —la voz de Miriam sonó al otro lado de la línea, algo confundida.

—Amor, ¿te he despertado?

No, hoy ha venido Nerea a dormir a casa, justo ahora nos íbamos a dormir. ¿Todo bien? ¿Has conseguido la mejor habitación?—preguntó divertida.

—Creo que sí —me reí.

Me giré y sí, sin duda era la mejor. Lo que pasaba era que el día en que ella llegase, Mimi aun estaría allí y no era como para echarla de la habitación.

—¿Has bebido mucho?

—Un poco, pero no he fumado nada —expliqué. —Y creo que no tardaré en irme a dormir.

¿Tan temprano? ¿Seguro que está todo bien?

—Es que mañana haremos una excursión seguramente. El sitio es muy chulo y quiero aprovechar el día porque luego hay probabilidad de nieve, nada más.

—Ay, Ana... te echo de menos.

—Yo también amor, pero nos vemos en nada.

Escuché unos pasos detrás de mí y me giré para ver a Ricky entrando en la habitación.

—Oye, te dejo ¿vale? Solo quería escuchar tu voz.

—Vale... te quiero mucho.

—Te quiero más.

Terminé la llamada y seguí fumando en la terraza, mientras Ricky se posicionaba a mi lado.

—Anita, ¿qué haces aquí? Hace rato que no estás en el salón.

—Estás tan ensimismado con Kibo que pensaba que no te habrías dado cuenta.

Él rodó los ojos.

—Y tú estabas pillando tal calentón con Mimi que pensaba que ni te habrías fijado.

Le di un codazo y pisé el cigarro que ya estaba para apagarlo. Estaba inquieta y sentía que no me hacía falta mentirle a Ricky; al fin y al cabo era un amigo de verdad.

Que lo bueno está por llegar 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora