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Después de que Agoney nos interrumpiese en la habitación para decirnos si queríamos merendar algo, a lo cual las dos dijimos que no porque teníamos el estómago cerrado por razones obvias, bajamos a saludar a la familia de Raoul y nos fuimos al poco rato. No era lo mismo estar solos a nuestras anchas por esa casa que con la mirada de sus padres encima todo el rato; Miriam estaba mal y no quería tener que aparentar estar bien.

Nos pusimos los vestidos y los tacones de la noche anterior y nos montamos al vehículo de la rubia, después de darle las gracias a Raoul por todo.

Definitivamente, la fiesta no había sido lo que me esperaba; las cosas habían tomado un rumbo que no sabría describir. Si una palabra definía mi estado de ánimo, esa era la confusión; y sabía de sobras que Miriam se sentía igual, de hecho me lo había dicho ella misma. Supongo que la resaca contribuía a que nos costara pensar con claridad.

Ni siquiera puso su famosa playlist de reggaeton en el coche; conducía en silencio y mirando al frente, lo cual hizo que se me encogiera el corazón. Era raro como conociéndola desde hacía menos de un mes, tenía esa necesidad de verla sonreír, de hacerla feliz. Esa necesidad se había ido magnificando casi sin darme cuenta.

Todo el mundo hablaba de lo bien que habíamos conectado, y creo que era evidente hasta para nosotras. 

No encontraba las palabras adecuadas para decir en ese momento, así que seguimos en silencio hasta que su coche se detuvo delante de mi casa. Porque sí, ya consideraba la casa de Noe mi propia casa.

—¿Qué puedo hacer para que estés mejor? —le solté de repente, mirándola con preocupación.

Miriam también me miró y me sonrió con algo de tristeza, mientras ponía el freno de mano.

—Todo lo que haces me hace sentir mejor. Así que bueno, sigue siendo tú —dijo encogiéndose de hombros.

Me incliné y la abracé. Cuando nos separamos, decidí que lo mejor sería bajarme ya del coche.

—Supongo que tienes ganas de estar con tu familia —dije, sabiendo lo familiar que era. —Pero si necesitas algo, lo que sea, aquí estoy.

Miriam asintió y me apretó el brazo cariñosamente, aunque casi me corta la circulación.

—¿Qué vas a hacer por la noche? —me preguntó, lo cual me sorprendió genuinamente.

—Voy a ir un rato al Spice, para ver a Ricky y a Mimi. Pero no hasta muy tarde porque como bien sabes tengo que estudiar mañana. ¿Por qué? ¿Quieres venirte?

—No, no. La verdad es que me apetece hacerme bolita en el sofá. Eso, si no me voy directa a la cama en cuanto entre por esa puerta —dijo señalando su casa a través de los cristales del coche.

—Ya, lo entiendo. Pero si cambias de opinión, dímelo.

Ella asintió con una sonrisa, y nos dimos dos besos de una forma bastante tensa. ¿Íbamos a hablar de lo ocurrido en algún momento?

Bajé del vehículo y caminé hasta la puerta de mi casa. Me di la vuelta antes de meter la llave para hacerle un "adiós" con la mano a Miriam, que me devolvió el gesto y puso el coche en marcha de nuevo.

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—Joder tía. JO-DER —dijo Mimi, apoyada a la barra con un cubata en la mano y abriendo los ojos exageradamente. —Menuda situación.

Asentí con la cabeza y tomé un trago de mi tónica con hielo y limón. Ya que volvía a salir, por lo menos no iba a beber alcohol. 

La sala estaba llena como de costumbre, la gente bailaba sin parar, y Ricky iba de un lado a otro de la barra cantando mientras servía copas.

Que lo bueno está por llegar 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora