❧ 25

4.3K 243 34
                                    

Nerea no tardó en subir las escaleras en busca de Miriam. 

Y yo me quedé en la cocina pensando qué pintaba en una casa que no era mía, con unos amigos que en realidad, no eran mis amigos; y una novia a la que aparentemente, no paraba de decepcionar.

No sabía si ir a hablar con ella, o si tal vez Miriam preferiría estar sola con Nerea. Odiaba esa sensación de no saber cómo actuar, que no era para nada, propia de mí.

¿Realmente la había cagado tanto? ¿Era para tanto? Echarle una foto a una amiga era algo normal, siempre lo había sido. Pero claro, Mimi era un caso aparte. Tal vez sí que la había cagado. En realidad no importaba lo que yo pensara de la situación, sino lo que Miriam opinara de ella. Al fin y al cabo nosotros no siempre decidimos si lo que hacemos duele a los demás o no.

El día anterior Mimi me había impedido beberme la infusión que había preparado, pero hoy no veía motivos para no hacérmela; así que me puse a calentar agua y mientras veía la taza dar vueltas en el microondas, me apoyé en el mármol, escondiendo la cabeza entre mis manos.

—¿Qué hacéis? —preguntó Raoul, entrando en la cocina.

Levanté mi cabeza de golpe y lo miré. No sé cuánto rato había pasado desde que las dos rubias se habían ido al piso de arriba y yo me había quedado absorta en mi mundo.

—Oh, vaya. Pensaba que estabais todas aquí. ¿Dónde están aquellas dos?

—Eh... están arriba, creo. En las habitaciones —dije, incorporándome y abriendo la puerta del microondas, evitando mirar directamente al chico.

—¿Estás bien, Ana? —me preguntó el rubio, acercándose a mí. —¿Ha pasado algo?

Metí la bolsa de té dentro de la taza y me di la vuelta para mirarlo. De repente, el cansancio de todos estos días de fiesta, bebida, y sueño de mala calidad, me vino de golpe, y sentía que podía echar a llorar en cualquier momento. Y yo nunca lloraba, nunca. En contadísimas ocasiones. También tengo que reconocer, que era muy buena aguantando el llanto y evitando que de mis ojos salieran lágrimas en público.

—Bueno, es que Miri está enfadada conmigo. Ha dicho que se iba a dormir, y Nerea ha ido tras ella. Os he estropeado la noche de juegos, lo siento —dije, mirando al suelo y dejando escapar un suspiro.

—No estás bien, ¿verdad? —preguntó el rubio, apretándome entre sus brazos. No llorar ahora mismo se me estaba haciendo muy difícil.

El hecho de que antes que preocuparse de si realmente le había arruinado la noche o no, se preguntara por mi estado de ánimo, habló muchísimo de cómo era él. Quizás no era mi amigo, pero no me importaría para nada que lo fuera; sin duda era súper generoso, además de muy atento. Y lo había demostrado cada vez que estaba con él.

—No, no estoy bien —respondí. —Aquí no pinto nada, y menos ahora que he cabreado a Miriam —dije, empezando a sollozar. Y me jodía, porque seguramente la camiseta que estaba empapando valía más que mi pijama, mis zapatillas, y la taza de té, juntos.

—Ana, claro que pintas algo —dijo él, casi riendo. —Te invitamos nosotros ¿te acuerdas? Antes de saber que vendrías con los amigos de mi primo.

—Sigo habiendo arruinado la noche —repuse yo, separándome de él para buscar un pañuelo en algún cajón de la cocina.

—Toma —levanté la vista para ver a Agoney, con esa sonrisa tan suya, tendiéndome un pañuelo de papel.

Estaba tan en modo drama, que ni me había dado cuenta que Agoney había entrado también en la cocina.

—No pasa nada, Nerea seguro que querrá hacer algo, igualmente. Y sino, ya jugaremos nosotros solos —dijo Raoul mirando a Agoney, que como respuesta, le lanzó una mirada llena de intención.

Que lo bueno está por llegar 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora