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Qué semana más rara. Aunque qué bonita también. Por lo menos, el principio lo fue.

Para empezar, el lunes nevó. Miriam no pudo ir a la universidad las primeras horas así que nos quedamos como dos gatitos en su cama toda la mañana. Mientras ella se duchaba antes de comer, bajé a preguntarle a Efrén si tenía alguna idea de qué podía regalarle a su hermana. Me dijo un par de cosas que podían gustarle; era lo bueno de que toda la familia de Miri estuviese tan unida: se conocían mejor entre ellos, de lo que yo me conocía a mí misma. 

Me pregunté también en qué momento habían asumido que estábamos juntas, porque Miriam no había tenido ninguna conversación remarcable con ellos, pero todos ya me trataban como su novia. Supongo que en fondo, hay cosas que no hace falta decirlas porque ya se ven.

Me pasé el día haciendo el tonto con Aitana y  Amaia en la nieve. A pesar de no ser una gran fan de las nevadas, el pueblo estaba muy bonito y aprovechamos para hacernos fotos. Nos encontramos a Nerea, que se unió a nosotras. Cada vez me parecía una niña más simpática y adorable.

El martes me fui con Aitana al centro comercial. Miriam durmió en casa de mi tía. Cuando se fue a la universidad, Aitana vino a casa, hicimos algunos deberes que teníamos, y Noe nos llevó a Madrid por la tarde, aprovechando que ella tenía que ir a trabajar en un horario distinto al habitual.

Le compré unos anillos, un par de libretas bonitas porque Efrén me había dicho que le encantaban, una pulsera de plata con nuestros nombres, que no sabía si me parecía cutre o romántico; y una tarjeta de su sushi favorito que valía por dos cenas. Me había gastado la mitad de lo que tenía en el banco, que a ver, no era mucho ya de por sí, pero le había comprado unas cuantas cosas que seguro que le iban a gustar y solo de imaginarla recibiendo mis regalos valdría la pena.

También aproveché para comprar un árbol de navidad pequeño, de esos de plástico y que hacen luz. Noe no era de Navidad ni de decoraciones, y la verdad que yo el año anterior tampoco había estado mucho por tonterías, pero este me apetecía que fuera algo más "festivo". De todas formas era casa de Noe y no quería parecer maleducada forzándola a poner el Belén o a montar un árbol de Navidad digno de película americana. Sin embargo, esa cosa de plástico era muy cuqui y si Noe no la quería en el salón, lo tendría en mi habitación.

El miércoles fue muy aburrido, exceptuando una pequeña discusión que tuve con Mimi. 

Miriam estaba terminando los últimos exámenes antes de empezar las vacaciones de Navidad, y como daban nieve para el día siguiente, se quedó en Madrid, en casa de una amiga a dormir, para asegurarse que llegaría a la uni pasara lo que pasara. Noe trabajaba, y Aitana pasó el día fuera; así que no hice nada más que darle a Netflix y abrir algún libro del instituto para sentirme mejor. Hasta que llegó la noche y decidí presentarme al piso de Mimi y Ricky, porque hacía algunos días que no les veía.

—Finalmente, ¿cuáles son tus planes para Navidad? —preguntó Mimi, dejando unas latas de cerveza en la mesita que había delante del sofá, y sentándose entre Ricky y yo, haciendo que nos desplazáramos un poco.

—Pues empezando por lo que tengo más claro: Nochevieja en casa de Raoul, y luego vendremos al Spice. Nochebuena en mi casa con Noe y... mi padre. Y Navidad-

—¿Cómo que con tu padre? —preguntó Mimi, cortándome y mirándome con los ojos bien abiertos.

—Pues lo he invitado, ¿no os lo dije?

—Pero Noe no tiene ni puta idea, ¿no? —dijo Ricky, inclinándose un poco para verme mejor.

Negué con la cabeza y le di un trago a la cerveza.

Que lo bueno está por llegar 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora