❧ 24

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Caminamos por la nieve, y yo diría que perdimos hasta la noción del tiempo. Seguimos un camino a la izquierda de la casa y nos adentramos en el bosque, tan metidas en nuestra conversación que nos olvidamos de que no conocíamos el lugar y perderse era fácil.

Algo que también era fácil, era desconcentrarse, porque el paisaje por el que caminábamos era precioso. Sin embargo, la conversación que estábamos teniendo no daba pie a desconexiones: le estaba relatando punto por punto todo lo ocurrido con Mimi, desde que habíamos llegado a la casa dos días atrás.  

Me había costado ser cien por cien sincera, pero quería a Miriam, y quería una relación sana con ella. Era lo mínimo que se merecía.

El bosque nevado tenía un aura especial, y casi sin darnos cuenta, llegamos a un lago que estaba helado. Solo al borde de esa pista de hielo natural, nos detuvimos. 

—Dime algo, Miriam —le supliqué, mirándola, aunque ella miraba en silencio hacia el lago. Tenía las mejillas enrojecidas por el frío y casi escondía su cara dentro de la bufanda que llevaba.

Cogí sus manos y las puse en los bolsillos de mi chaqueta, haciendo que se girara y me mirase.

—Por favor —le dije, ladeando mi cabeza.

Miriam soltó un suspiro antes de empezar a hablar.

—Mira Ana... vale que no pasó nada, pero es que... en realidad pasó lo suficiente. Yo no estoy acostumbrada a esto, ¿sabes? He estado un montón de años en una relación estable en la que estas situaciones nunca se daban por parte de Héctor; si alguna vez había malentendidos, solían ser por mi culpa. No estoy acostumbrada a tener que desconfiar o-

—Miriam, ¿en serio vas a desconfiar de mí por eso? Pensaba que sí confiabas en mí.

—Sí, sí. Lo hago. Pero igualmente me prometiste que no dormirías con Mimi y has dormido con ella las dos noches, te has arriesgado a hacer jueguecitos con ella...

—Yo no sabía que ella tenía... "sentimientos", o lo que sea por mí, hasta que no hablamos ayer por la noche —respondí. —Por favor, amor. Dime que esto no va a cambiar nada entre nosotras.

Miriam apartó la vista hacia el lago y me miró a mí de nuevo.

—Quizás tienes más cosas en común con Mimi que conmigo. Ahora mismo, lo único que se interpone en vuestra amistad, soy yo. ¿Qué pasa si te cansas de pasar el tiempo conmigo? ¿Si necesitas esa complicidad que solo tienes con ella? Héctor ya me dejó por otra, no quiero volver a pasar por lo mismo —soltó ella del tirón, mirándome con intensidad.

Reí amargamente.

—¿Cómo me iba a cansar de ti? Por Dios, Miri. Escúchate. Tú y yo tenemos muchas cosas en común. Te quiero, te quiero a ti; sino no estaría contigo. Que me gustas desde la primera vez que me dirigiste la palabra, joder. Y tú no eres una persona insegura, para nada —seguí hablando.

—Ni tampoco era celosa, pero mira... —dijo ella, sacando sus manos de mis bolsillos para ponerlas alrededor de mi cintura.

—Sé que tal vez solo una charla no va a hacer que estés completamente tranquila, pero haré lo que esté en mis manos para demostrarte que esto vale la pena —dije, uniendo mi frente a la suya.

—Ya sé que esto vale la pena, de esto no tengo ninguna duda —respondió, dejándome un suave beso en los labios. —Te quiero —dijo en cuanto nos separamos.

—Te quiero más —respondí, sonriendo. —Y cómo te quiero tanto, y me preocupo por tu integridad, creo que será mejor que volvamos a la casa antes de que anochezca.

Que lo bueno está por llegar 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora