Capítulo 17: Aprendiendo A Amar Al Odio.

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Todos permanecían callados mientras Jonathan ponía su pistola y navaja en la mesa mientras Terense regresaba. –¿Iglesia?

–Iglesia.

–Perfecto, Lio acompáñame. –Dijo Terense mientras recogía las armas. –Jonathan te toca descansar.

Lio y Terense bajaron hasta el área de la piscina. Donde Terense se sentó y le tiro al piso la pistola y la navaja.

–Si estuvieras peleando conmigo, ¿Cuál agarras? –Pregunto mientras se sentaba relajado.

Lio respondió rápidamente y con certeza. –Navaja.

–¿Por?

–Muchos factores externos, la navaja es segura y simple. La pistola puede estar dañada, trabada, asegurada o descargada.

Terense soltó una leve carcajada y prosiguió. –¿Sabes usarla?

–No, pero tampoco una pistola.

–Quítate la camisa. –Reclamo Terense mientras este le hacía caso. –¿Tú crees que ese cuerpo flaco pueda compararse al mío? –Pregunto mientras se levantaba y se estiraba.

–La fuerza no lo es todo.

–Un cuchillo tampoco lo es. Quiero que me intentes apuñalar.

–Supongo que mientras me lo pidas...

Lio puso su mejor pose de combate, piernas separadas y navaja alejada a la altura del pecho, sostenida con su izquierda. Mientras su derecha permanecía cerca de su pecho. Terense se quedó simplemente parado. Lio corrió hacia el llevando todo su peso en una simple estocada, Terense la atajo y de un fuerte empujón tiro a Lio contra el piso. Quitándole la navaja.

–Patético, otra vez.

Lio volvió a intentar la carga, solo que esta vez freno en seco e hizo un corte horizontal, dejando descubierto su pecho y dejando que Terense asestara un golpe derribándolo.

–Otra vez.

A la lejanía de todo estaba Ange quien los observaba por la terraza. –Se está sobre esforzando, no ha querido comer nada desde que volvió de la casa de Brando. Anoche tuvo pesadillas, aunque no sé si las recuerde. No dejaba de llorar... lamento que todo esto pase por mí, lamento ser tan inútil...–Pensaba mientras veía a Lio caer una y otra vez.

–Vamos mocoso, levántate. Todavía no has logrado pasar del primer movimiento. –Exclamo Terense mientras Lio se levantaba cansado y adolorido.

–Siempre me pregunte porque entre tantos hombres... te aferraste al más insano...–Dijo Elisabeth mientras se le unía a Ange.

–No lo entenderías, solo estas ahí... viendo y no viviéndolo.

–Tu puedes tener a el hombre que quieras. Seguir con esto le hace daño a él.

–El sigue aferrado a mí y eso te molesta. –Ange comenzaba a sentirse incomoda mientras Elisabeth miraba a Lio seguir intentándolo.

–Si, a ti te molesta que me bese a mí. –Respondió Elisabeth

–No lo hace, me da igual.

–Eres una perra posesiva.

–Tu una necesitada. –Contesto Ange tocando un nervio de Elisabeth

–El sufre por ti.

–Lo hace por que quiere.

–¿Eso no te molesta? Él es capaz de morir por ti...

–No lo es...

–Piensa lo que quieras...

Mientras Lio caía otra vez, Elisabeth se marchaba. Ange permanecía serena ante los gritos de Lio. Hasta que este agotado en un arranque de ira se abalanzó sobre Terense y esquivando sus movimientos logro poner la navaja en su cuello. Este soltó una sonrisa al ver a un Lio gastado y jadeando con el poco aliento que le quedaba, sofocado por el calor que su cuerpo emanaba.

El Camino de Redeem. (Old Version) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora