Capítulo 19: El Dolor De Una Madre.

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El comedor estaba abarrotado de personas, todas personas de bajos recursos, niños y ancianos con discapacidades. Jolyne y Elisabeth intentaban buscar a la mamá de Lio en aquel mar de personas. El comedor era muy espacioso pero la cantidad abrumadora de gente las agobiaba. El lugar estaba apretado y con mucho calor, el mal olor resultaba desagradable para ambas que navegaban en aquel mar de personas. No podían evitar sentirse acosadas, por lo que se dispusieron a hacer rápido su tarea. Preguntaron a cuanta persona podían acerca del paradero de la señora o de alguien que los pudiese ayudar. Vagaron por una hora en vano. Nadie las atendía o les hizo caso. Al cabo de un rato se volvieron a reunir.

–¿Nada?

–Nada. –Respondió Jolyne mientras ambas se tumbaban en el piso suspirando. –¿Deberíamos volver con Lio o con Jonathan?

–No sé, no me gustaría ir con las manos vacías. –Respondió Elisabeth fatigada

–Lo sé, pero aquí no estamos haciendo nada.

–Sera... ve tú con Jonathan y yo con Alen y Terense.

Ambas se ayudaron a levantarse mutuamente y se marcharon por caminos diferentes. Elisabeth se encamino por los dormitorios, al contrario del comedor. Ese lugar estaba vacío y solitario, Elisabeth siguió por unas escaleras que la llevaron al otro piso igual de abandonado. Encontró al final de todo y a la derecha. Una gran puerta de roble con adornos cristianos. Elisabeth escucho un pequeño grito y un vidrio romperse. Por lo que entra rápidamente y ve a Terense con una pistola en mano apuntándole a Alen. Quien se arrastraba por el piso aterrado mientras un señor que no distinguía bien cargaba a Sif.

–¡Elisabeth! –Grito Alen asustado. –¡Ayúdame! ¡Terense! Nos vendió.

–¿Qué pasa? Terense ¿quién es ese viejo?

–¿Aceptas el trato? Apenas todo este en su lugar se te dará la información. Y por fin podrás dejar este país.

–Claro que acepto, odio este lugar. –Respondió Terense con una sonrisa dándole la mano.

–¿Por qué mierda hiciste esto? ¡Yo te admiraba!

–No es personal muchacho, pero fue un placer cuidarte.

Seguido de eso Terense mira al tipo quien asiente con la cabeza. Él se levantó y se acercó a Elisabeth. –No es personal amor. –Seguido de eso la sedo con una inyección y mientras caía noqueada veía como el tipo encerraba a Sif en una jaula y Terense inyectaba a Alen. Elisabeth despertaba en una habitación fría y húmeda. Las paredes grises y las cadenas que tenían la hacían sentir agobiada y desesperada. Reviso su alrededor rápidamente notando que estaba junto a Alen quien estaba totalmente perdido. Llorando en una esquina.

–¡Alen! ¿estás bien? ¿Qué paso?

–Ese maldito nos vendió... me uso... no pude hacer nada...

–Alen mírame, estaremos bien.

–No lo sabes... todo esto fue un juego. Tenía que haberle hecho caso a Lio y dejarlo así... ahora todos moriremos. Terense nos quiere caza.

Elisabeth no podía entenderle, no podía comprender, pero si podía sentir el miedo que Alen reflejaba en su mirada afligida y demacrada por tanto llorar. No pudo hacer nada más que intentar acercarse e intentar consolarle. –No es tu culpa, eres noble... el mundo es el que está mal. –Alen no pudo hacer nada más que cerrar los ojos y esperar a su hermano. Al rato llego Brando quien se llevó a Elisabeth y a Alen juntos después de sedarlos.

Ambos despertaron juntos amarrados a camillas verticales. Podían ver una simple ventana. Al otro lado de esta veían una gran cruz. Sobre ella estaba la mamá de Alen. Estaba pasmado y en shock. Su madre estaba alterada. La escuchaba llorar y gritarle a Lio, maldiciéndolo. En un momento entra Brando Junto a un equipo médico.

–Bueno, Lio escogió... espero que disfruten el espectáculo. Damas y caballeros... el proyecto cazador...

Ambos permanecían confundidos, pero con un fuerte recorrido de temor por el pellejo. Varios de los científicos que entraron empezaron a sacarle sangre a la madre de ellos mientras le daban nueva. Uno le inyecto algo en el cuello y seguido de eso todos abandonaron la habitación rápidamente menos Brando.

–Serán los primeros en ver los milagros de mis creaciones. Como sabrán, hay que destruir para reconstruir, pero estoy seguro que esto te encantara Alen.

En ese momento la madre de Alen comienza a hablar sola mientras se reía. –Solo trataba de darles una vida digna... solo quería que fueran felices señor... ¿En qué te falle dios? Sé que no soy perfecta ¿pero acaso el que se esfuerza no gana nada?

–¡Mami! ¡Aguata por favor! ¡aléjate de mi mami! –Gritaba Alen destrozado.

–En nada mi querida hija... necesitas renacer y servirme.

La madre de Alen le miró fijamente mientras sonreía. –Gracias señor. –Totalmente ida y demacrada cerro los ojos. –Dígale a mis hijos que los amo. Que lamento ser tan mala madre.

–Así será...

–¡No mamo no me dejes!

En ese momento la madre comenzó a sufrir de espasmos descontrolados mientras. Brando sonrió y saludo a Alen y Elisabeth marchándose. Su madre empezaba a escupir espesa sangre mientras se tambaleaba y gritaba adolorida. Alen comenzó a forcejear mientras lloraba desesperado. Elisabeth evitaba mirar, pero podía escuchar cómo se retorcía y regurgitaba la sangre. De golpe se detiene y su cuerpo cae tendido en la cruz.

–Mami... que te hicieron mami... por favor no me dejes mami, te necesito. Lio y yo te amamos mami. Te prometo que seré buen hijo...–Balbuceaba Alen mirando atónito

Seguido de eso levanta la cabeza rápidamente y comenzó a forcejar rompiendo sus ataduras de metal sólido. Al caer comenzó a chocar con las paredes y el piso, se rasgaba los ojos con ahínco hasta el punto de arrancárselos. Sentía un gran sentido irrefrenable de hacerlo y lo hizo hasta que sus cuencas quedaron vacías. Seguido de eso devoro sus propios ojos y comenzó a chillar. Para después rasgarse la nariz y la piel en general con unas garras cada vez más crecientes. Se llegaba a arrancar tajos de carne completos que dejaban una pila de piel cercenada junto a un baño de sangre. Sus huesos crujiendo salían de su cuerpo creciendo mientras gritaba de dolor y escupía sangre. El pelo se le comenzaba a caer y de forma grotesca sonaba como su piel se quebraba ante el estiramiento que le sigue. Creció hasta alcanzar los dos metros y medios. Su piel comenzó a secarse y marchitarse su cuerpo como una pasa. Para después su cuerpo comenzara a voltearse sobre si de forma grotesca y creciendo de golpe. Las cuencas vacías de sus ojos desaparecieron y su piel se volvió gelatinosa y sangrante. Sus cortadas se llenaban de sangre que se solidificaba y luego se volvían carne viva. Choco contra el vidrio solo para dejar ver su filosa hilera de dientes. Ya no era humano y no pareciera que llego a serlo nunca.

Alen lloraba aterrado mientras presenciaba la que para él era la imagen más horrible del mundo, una que no podías explicar simplemente por la complejidad de todo. La diferencia de ese y los demás monstruos que el llego a ver en fotos fue que ese era real e imponente y el saber que su cuerpo le perteneció a su madre le daba una sensación más grotesca y aterradora.

Después de eso se quedó totalmente inmóvil, como si de una foto se tratase. Miraba fijamente a Alen quien lloraba aterrado. Lo que antaño fue su madre era el concepto más cercano a demonio que podía llegar a ver en su joven vida. Su miedo se incrementó al ver el justo momento en el que esa bestia sonrió enseñando sus filosos dientes que rompían sus labios.

Rápidamente la bestia gruño al ver abrirse la puerta. Brando emergió de ella y con una sonrisa extendía sus brazos. Alen le gritaba y maldecía con todas sus fuerzas mientras Elisabeth lloraba. El Cazador rápidamente atravesó el abdomen de Brando lo tiro contra la pared del otro lado. Seguido de eso salió corriendo evocando en una oleada de sonidos de disparos y salpicadura de sangre. Brando se levantó como si nada y salió de la habitación. En la de ellos comenzó a salir un gas que los adormecía. Elisabeth trataba de contener la respiración mientras Alen se rendía de una vez.

El Camino de Redeem. (Old Version) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora