Capítulo 7: Un premio hipócrita.

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Al Día siguiente se da cuenta que Elisabeth se había ido en la noche. Justo apenas salió del hospital, lo llevaron a la estación de policía donde junto a Jonathan recibieron sus premios y agradecimientos por parte de ellos. El lugar estaba repleto de policías y algunos cuantos periodistas, era un evento cerrado al público. Jonathan y Lio permanecían sentados en un escenario mientras el general del cuerpo de policías les daba unas palabras agradecieron el acto heroico, pero reprimieron el riesgo innecesario que corrieron. Le dieron una medalla de plata que al parecer de Lio era una basura así que se la dejo a su hermano. A Jonathan le dieron una de oro. Todos lo tenían por el héroe principal, por simpe cuestión de rentabilidad y ser más aceptado por el público general. Cosa que a él le molestaba. Pensaba que Lio merecía toda la gloria de los actos ya que él "solo lo motivo". Pero argumentaron que sería mejor para promover en la prensa la imagen de Jonathan. Después de dar su discurso el general cedió el puesto a Jonathan quien dijo unas palabras.

-Muchas gracias por el reconocimiento, no lo merezco porque esto es algo que ustedes los verdaderos héroes hacen todos los días. Manteniendo el lugar seguro y sé que todos pasamos por momentos difíciles, pero ya llegara un tiempo de mejoría y un futuro mejor para nosotros y el país. Pero me gustaría que mi compañero, amigo y buen hermano Lio se parara y diera también unas palabras, es él quien me ayudo y el verdadero héroe de esta tragedia -Jonathan dio aquel discurso con firmeza, sin temblar ni dudar por un momento. Carismático y llamativo, un hombre tan humilde que Lio no pudo evitar pensar que lo hacía para provocarle.

Lio se levantó con desánimo y ligeramente encorvado con pasos cortos y lentos llego hasta el podio donde las luces le cegaban, pero no podía dejar de ver las siluetas negras del fondo. No tenía idea sobre que decir y su corazón lo alteraba. Respiro llenándose el pecho de valor y comenzó a hablar. -Muchas gracias a todos, en especial a los policías aquí presentes. Me llena de orgullo decir que vivo en un país donde los agentes de la ley son tan eficientes y gastan dinero en premiar a un par de individuos que hicieron su trabajo. Mientras a la vez masacran a los civiles por expresar su opinión. Sé que es una tarea laboriosa, pero me llena de satisfacción saber que pueden ser tan malditos si se lo proponen. ¡Arriba Venezuela y nuestra querida revolución! Que los hambrientos coman basura y los niños agarren armas que yo tengo mi puta placa -ante tan descarado discurso se hizo un fuerte silencio. Lio deseaba poder ver la expresión de todos, pero se tuvo que conformar con lo que su imaginación le permitió. Seguido de eso se sentó con una sonrisa mientras Jonathan no podía dejar de contener la risa de forma obvia. Vio a la lejanía de todo a sus padres y lo único que hizo fue un gesto con el pulgar mientras sonreía. El público guardo total silencio de incomodidad, para después de eso ir varios policías fueron a felicitar a Jonathan mientras Lio se sentaba a un lado de todos con su típica cara de desinterés.

-Te imaginaba algo más musculoso -dijo uno de los policías quien se acercaba a Lio con una gran sonrisa.

-Yo los imaginaba más eficientes -replico Lio soltando una sonrisa-. Ya sabes eso de que un niño de 16 hiciera su trabajo da mala fama.

-Eres todo un amor de persona -replico el policía.

-Gracias me esfuerzo -contesto Lio mientras se reclinaba contra la silla-. Jonathan esta por allá, yo soy el ayudante.

-En realidad vine a verte a ti -respondió el policía-. Me llamo Terense Fanny, mucho gusto en conocerte Lio.

-El placer es mío... ¿te importa si te llamo Tyfanny? -dijo Lio con una leve mueca.

-En realidad si, solo vine a hablar contigo de unas cosas.

-Okay Tyfanny, dispara. -respondió Lio mientras Terense suspiraba y tomaba asiento a su lado.

El Camino de Redeem. (Old Version) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora