¿Ella provocaba eso? ¿Cuándo? ¿Cómo había pasado? Hasta ese momento los hombres nunca se le habían insinuado.
Ella nunca les había dado oportunidad tampoco. Inclusive a él.
Dio media vuelta con la sensación en el pecho y los labios hormigueantes y caminó a hacer la combinación con el subte que la llevaría a su casa.
Mauro: ¿Me dejaste por ese no?
Caramba. No pensaba que Mauro se contactaría.
Mauro: Te habías enamorado de tu compañero. Pore so me dejaste ¿no?
Tina: ¿Y vos? Tu compañera parece creer que tiene completa libertad sobre vos. Así que ¿qué me venís a decir a mí? Olvidame. Ya es tarde.
Mauro: ¿Tan pronto me cambiaste?
Tina: ¿Ahora sí creés que vale la pena demostrar un poco de pasión? Cortala o te bloqueo.
Mauro: Ella no es nada para mí.
Tina: Lo siento. Me gustaría que rehicieras tu vida.
Guardó su celular y cuando volvió a vibrar, pensó en bloquearlo definitivamente, pero no era Mauro.
Fabrizio: Todavía siento tu boca en mis labios.
¡Ay por favor! ¿Quién decía cosas así por esos días?
Tina: Me hubiera gustado quedarme más tiempo.
Fabrizio: Mañana...
Tina: Mañana. Sí.
Tina no pudo dormir hasta muy entrada la noche. Revivía en su mente una y otra vez los besos que le había dado Fabrizio, las emociones que se le arremolinaban en el estómago como cuando volaba el simulador en caída libre y retomaba vuelo en un instante a una montaña rusa.
La situación con Mauro le generaba rechazo. No sentía pena, ni arrepentimiento. Tal vez un poco de culpa por haber esperado tan poco. Después de todo algo de razón había.
Había fantaseado con los ojos zafiros de Fabrizio desde que entró por la puerta del laboratorio y un rayo de sol se coló en sus ojos para hacerlos refulgir como el cristalino Mar Caribe, por el instante en que su pupila se dilató a un puntito diminuto, hasta que sus párpados los protegieron de la intrusión y su mirada se fijó en la de ella. Es su relación con Mauro estaba tan desgastada y él no quería verlo.
Nunca había avanzado directamente, pero Fabrizio la miraba constantemente en silencio. Si ella le decía algo al respecto, él le sonreía o simplemente le decía: "Me quedé tildado" o cuando se volvió más audaz: "No te puedo mirar".
Después estaban los roces supuestamente involuntarios. Mano sobre mano. Brazo en la espalda para dejarla pasar. Mano en la baja espalda para acompañarla. Muslo con muslo en el almuerzo. Espalda sobre hombro. Dedos sobre antiparras, sobre cabello, sobre orejas...
ESTÁS LEYENDO
Mutuantes [#Mención especial]
Ciencia FicciónMención especial en el Desafío Nro2: Humanos vs Mutantes. Concurso de Ciencia Ficción. Máximo de palabras: 1200 Hace cien años terminó la Cuarta Guerra Mundial, en la que se enfrentaron humanos y mutantes. Los mutantes ganaron y desde ese entonces...