Cuando la doctora llegó al laboratorio, los encontró terminando de limpiar los restos de recipientes y tubos que habían utilizado. Se quejaba de haber tenido que volver a la cochera porque se había olvidado la tarjeta de ingreso.
Todos los jefes además de sus huellas dactilares y oculares, usaban una tarjeta que desplegaba una holografía para autenticar ingresos a todas las oficinas permitidas. Les daba un código cambiante cada cinco segundos que debían proyectar frente a las pantallas de acceso.
Había demorado exactamente media hora como había previsto Fabrizio. Pero lo más asombroso para Tina, fue que les entregó unos protocolos de seguridad, recientemente homologados por Barragán, y sus recibos de sueldos firmados por Acosta.
No daba crédito a la precisión con la que había estimado todo lo que iba ocurrir.
La doctora comenzó a dar instrucciones sobre todo lo que debían realizar, una vez que Compadre terminase de realizar la comparación genética. Lo que no sería para nada molesto, si no lo hubiera repetido en cada oportunidad que se dignaba a presentarse a trabajar. En cuanto corroboró que la cuenta regresiva de la comparación del genoma humano completo, sería en un menor tiempo del informado, se dedicó a echarles en cara el supuesto error en la información brindada por ellos. No pudieron hacerle entender que la cuenta regresiva se había acelerado hacía apenas unas horas. Menos pudieron explicarle que tenían intención de informárselo a la brevedad.
—No tienen necesidad de mentir. Saben que eso me molesta mucho —declaró acusadora.
—Doctora, por favor, revise las grabaciones —ofreció Tina.
Fabrizio saltó por detrás de su jefa haciendo señas de degüello inminente, hasta que Tina comprendió que las filmaciones sólo los delataría en sus travesuras. Lo único que les faltaba es que supieran que en un laboratorio genético, manipulaban ácido sulfúrico y otros tantos. Afortunadamente la doctora consideraba que su tiempo era demasiado valioso para ponerse a revisar grabaciones de seguridad.
Debieron soportar su presencia durante una hora, que era todo lo que ella solía presentarse para supervisar el trabajo. Pero en cuanto puso un pie fuera de la sala, respiraron y rieron aliviados.
Pronto Tina recordó la precisión con que Fabrizio había anticipado todos los movimientos de Matilda.
Lo miró con respeto e intensidad.
—¿Cómo sabías todo eso Fabri? —preguntó azorada—. ¿Sos un mutante?
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Mutuantes [#Mención especial]
Fiksi IlmiahMención especial en el Desafío Nro2: Humanos vs Mutantes. Concurso de Ciencia Ficción. Máximo de palabras: 1200 Hace cien años terminó la Cuarta Guerra Mundial, en la que se enfrentaron humanos y mutantes. Los mutantes ganaron y desde ese entonces...