Tina y Fabrizio escaparon por poco de la locura de Boggart. Tomaron su auto y condujeron hasta el puerto de Olivos donde el muchacho tenía amarrado un bote con el que solía subir por el Paraná. Lo abastecieron con alimentos y se dirigieron a la casa de la única mujer mutante que conocía.
El sol caía sobre los matorrales. Las casitas costeras adornaban las orillas con colores vivos. El césped de color brillante y cortado al ras parecía alfombrar el suelo, y las flores de todos los colores pintaban el lienzo verde.
—Fabrizio... vos no podés ser mutante entonces —dedujo Tina.
—Primero: ¿Quién dijo que yo era mutante?
—Pero...
—Jamás dije que yo fuera mutante.
—¿Y cómo supiste todas las cosas que anticipabas?
—¿Qué cosas Tina?
—Cuando adivinaste todo lo que iba a hacer Matilda aquella vez que casi nos engancha con el laboratorio dado vuelta.
—¿Eso? Matilda siempre se olvida la tarjeta en el auto cuando llega. Y después, ya sabía que estaban los recibos y que Trini la frena en recepción para avisarle o pasarle llamadas, se iba a ir a Recursos Humanos para buscarlos y Barragán andaba preguntando por ella, la iba a retener. El resto, el robo y lo demás... simplemente me di cuenta como a cualquiera podría pasarle.
—¡Me estás jodiendo!
No le contestó eso.
—Segundo: No existen los mutantes. El nombre debería ser obsoleto. No hubo un gen mutando, sino un gen completamente nuevo.
—Cierto.
—Tercero: También quedó mal el nombre de recesivo con que se referían a los no evolucionados. En definitiva los recesivos son los que evolucionan.
Se miraron cómplices y aflojaron las tensiones del día por un momento, para permitirse reír.
Tina se acercó al timón y abrazó a Fabrizio. Él la abarcó en sus brazos y besó su cabello.
Pasaron tantas cosas en tan poco tiempo que sentía que lo conocía de toda la vida.
—Tuve mucho miedo por vos cuando oí el resultado de Compadre —confesó Fabrizio.
Ella lo miró y lo besó con una ternura como no lo había hecho hasta entonces. Estaba llena de agradecimiento, de temor, de alivio, de amor.
Llegaron a la casa de Claudia y amarraron el bote en el río. Caminaron furtivamente, con cuidado de no llevarse ninguna alimaña encima.
Claudia los esperaba. Intuía lo que había ocurrido y supo que llegaban, pero le contaron con lujo de detalles lo acontecido. Tomó consciencia algo que su cuerpo le decía. Su hijo varón nunca sería como ella.
Confirmó las intrigas del gobierno y sobre todo de Boggart que estaba detrás de todo para quedarse con el poder total.
Se alinearon en las acciones a tomar.
Juntó todos sus bienes y llamó a todos sus contactos.
—¿A quien llama? —le preguntó Tina.
—A la Mutual. Yo soy mutuante. Hasta ahora procuramos que hubiera diálogo. Pero no nos vamos a quedar sumisas, como en toda la historia.
Miró a Tina con intensidad.
Al parecer alguien contestó al otro lado porque habló al aparato. Afortunadamente no se había formado aún, la idea de hombres contra mujeres.
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Mutuantes [#Mención especial]
Bilim KurguMención especial en el Desafío Nro2: Humanos vs Mutantes. Concurso de Ciencia Ficción. Máximo de palabras: 1200 Hace cien años terminó la Cuarta Guerra Mundial, en la que se enfrentaron humanos y mutantes. Los mutantes ganaron y desde ese entonces...