Capítulo 15

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Salí del pasillo sin lograr formar una palabra. Es que esto es demasiado para cualquier persona. No es normal tener una vida así. Quiero que regrese mi vida perfecta en donde yo solo desconfiaba del mundo entero. Como deseo tener una varita mágica, o sufrir nuevamente una pérdida de memoria. Pero esta vez estar pérdida en un lugar donde nadie me conozca, en un lugar donde nadie me pueda lastimar, en un lugar donde las mentiras no se sirvan como plato principal del día.

¿Acaso esto es normal?

Porque déjenme decirles que para mí no lo es. Mis padres me buscan, Sasha es mi hermano mayor, mi tía Francesca tiene un grave accidente, Stefano es mafioso y me odia y no sé el motivo. Probablemente hay más mentiras en mi vida, y por si fuera poco, mi familia pertenece a la mafia rusa.

¿Me falto mencionar algo más? Como pude olvidarlo. Soy la jefa de la mafia.

-Más de 20 años de una vida perfecta destruida en segundos -susurro a la nada.

Salgo como alma que lleva el diablo buscando la salida del hospital. Sé que debería quedarme y saber cómo saldrá la operación, pero no puedo. Esto me rebasa. Siento que me estoy asfixiando en este lugar. Me falta el aire, siento una terrible opresión en mi pecho, estoy helada, mi sudor es frío y tengo un nudo enorme en la garganta.

No quiero que me vaya a dar un ataque.

No aquí, no ahora.

-¡Natasha! -la gruesa voz de Nathan hace que me dé más pánico del que tengo.

Finjo no haberlo escuchado.

No quiero que me vea así. ¿Por qué siempre me encuentra en mis peores momentos? ¡¿Por qué?!

-¡Natasha! -escucho su grito de nuevo a lo lejos.

Sé que quiere saber que me pasa, pero no sé, solo quiero huir de esto. Con paso decido y más rápido sigo caminando, por no decir, correr. Miro a los lados buscando las escaleras de emergencia.

¿Estúpidas escaleras, dónde se metieron?

-¡Ah! ¿Seré idiota? Estoy en el primer piso. ¡Idiotez, sal de este cuerpo, por favor! -murmuro por lo bajo.

-¡Natasha, detente! -grita cuando me vuelve a encontrar.

Ni siquiera puedo huir bien.

Veo la salida, salgo corriendo hacia ella intentando no tropezar con nadie. En estos momentos es como si mi vida dependiera de ello. Se abren las puertas del hospital y al fin veo la luz del sol de la tarde. Mi corazón late desbocado, pero sinceramente me siento aliviada. Estando ahí adentro sentía que me estaba quemando viva.

¿Increíble no? Que un lugar en donde te deban curar más bien te sientas enferma.

Tratando de controlar mi agitada respiración echo un vistazo rápido a mis alrededores. Por ningún lugar logro ver un taxi.

¡Genial!

-Bueno, mente y conciencia, nos vamos en autobús -me hablé a mí misma.

Intento dar un paso más, pero mi mano izquierda es detenida con fuerza por alguien. Me giro asustada para ver quien era y... bueno, ya sabemos quién es.

¿Por qué será tan rápido? Ni siquiera lo escuché llegar a la salida. Algún día no me encontrarás ya vas a ver, y ese día no sé qué te vas a hacer.

-Vinimos juntos y nos vamos juntos -respira rápidamente-. ¡Si ese imbécil te hizo algo juro por Dios que le saco los ojos por haberte tocado! -espeta entre dientes.

-Tan macho alfa como siempre -le doy un intento de sonrisa-. No, no me hizo nada. Solo quiero salir de aquí -sus ojos me estudian-. De verdad siento que ya no puedo más -aprieto su mano lo más fuerte que puedo, y él, baja la vista a verlas-. Nate, necesito irme lejos. Cualquier parte está bien para mí. Solo quiero un lugar en el que nadie me conozca y pueda desaparecer sin miedo a ser descubierta.

Tú Me SalvasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora