Capítulo Final

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En algún lugar fantasma de Oklahoma.

Horas para el final...

Natasha.

Todos preguntan que puede suceder en los finales de cada historia y honestamente nadie lo sabe. En mi caso, debido a muchas cosas que he vivido durante toda mi vida y el temor profundo que siento por Stefano Rinaldi, prefiero ponerle fin a todo desde la raíz.

No quiero más niños con finales tristes o venganzas inconclusas.

Empezó conmigo y termina conmigo.

Nadie más va a sufrir por una venganza absurda.

Quisiera no hacer sufrir a nadie con mis decisiones, pero no puedo hacer más nada, ya que mi temor a que salga otra vez lastimado uno de mis seres queridos, me partiría el alma en mil pedazos. Me tomó 20 años darle un final a mi historia. Muchas veces mi mente lo intentó, pero sin recordar mi pasado, a mi hermano, a mi familia, no podía darle un final. Estos últimos días pude conocer el verdadero amor, no uno lleno de mentiras o verdades a medio decir. Durante estos días mientras hablaba con ellos y miraba sus ojos, la honestidad fue dibujada en ellos. Tenían las miradas más frías y eran los seres más despiadados que realmente pude conocer, pero cuando se trataba de la familia, sus ojos se llenaban de amor.

Amor... una palabra que conocí hace años, pero sentí por primera vez hace unos meses.

—Sabía que eras una mujer inteligente y no te esconderías para siempre como la cobarde y bastarda, que eres —su mirada estaba impregnada de tanto odio, que me hizo reír—. Tan basura y miserable como Sasha.

—Pero aun siendo basuras, Sasha mató a tu mujer, Dmitry a tu esposa y yo te voy a matar a ti —respondo obvia—. La vida es un bonito boomerang, Stefano.

Y desde ese momento, Stefano me secuestró, otra vez.

Durante las primeras horas que me tuvo cautiva, lo noté nervioso y hasta puedo decir que con un poco de arrepentimiento, pero es como todo... mentira. En las horas 4 y 5, decidió que era un buen tiempo para torturarme y contarme una y otra vez, la manera horrible que le quitó la vida a mi abuela.

Ama las explosiones y por eso esta casa no está libre de ella. El 95% de ella tiene explosivos, los otros 5% restantes, somos los habitantes de aquí. No tenía muchas personas a su favor, pero los explosivos eran lo suficiente para matar varias casas. Esa suposición la hago por el mero hecho de que me lo dijo.

Algo importante, no estamos en un almacén de Rusia, estamos en un lugar abandonado de Estados Unidos.

—¿Vas a comer o te vas a morir de hambre? —preguntaba un chico de unos 17 años, me encojo de hombros y miro hacia otro lugar—. Siempre he odiado a las chicas como tú que creen que haciendo esas estupideces uno tendrá compasión por ellas.

Lo miro fijamente a los ojos y niego con la cabeza. Definitivamente este joven si es un pandillero y lo más tonto de esto es que yo lo atendí hace unos meses porque tenía un dolor abdominal muy fuerte. Había ido a urgencia porque sentía que se iba a morir y lloraba para que no lo dejara solo.

Mírenlo ahora... todo un matón graduado con excelentes calificaciones para acabar con todo.

—Come —me quita la mordaza, volteo el rostro después de escupirlo—, ¡Bastarda malagradecida!

Me abofetea tan fuerte que sentí que todo me daba vueltas.

—No comeré nada de lo que me den —como pude hablé, me tomó del rostro y me presionó para que abriera la boca, mis lágrimas empezaron a caer mientras él me daba una sopa que estaba descompuesta.

Tú Me SalvasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora