Nathan...
Verla dormir se ha convertido en mi nuevo pasatiempo. No voy a negar que mi amigo, se ha estado quejando en mi entrepierna por no darle uso con ella. Pero no quiero apresurarla con nada. Bastante tiene con su vida complicada para yo agregarle que quiero hacerle el amor. ¿Hacerle el amor?
«Hace años dejé de usar esas palabrerías», río por mis pensamientos.
Debido a mi trabajo las mujeres prefieren tenerme para una escapada, sexo rápido, pero nada serio. Lamentablemente nunca estoy disponible para cuando me necesitan. Me pierdo muchas fechas importantes y la mayoría de las veces, las chicas se cansan de mi trabajo.
-Mi pequeña rusa, si supieras todo lo que despiertas en mí no estarías durmiendo tan plácidamente sobre mi pecho -susurro por lo bajo.
Su respiración es pausada, sus ojos están un poco hinchados de tanto llorar, sus mejillas tienen rastro de las lágrimas de anoche y su boca...
Dios, su apetitosa boca me dio hambre.
Quito varios cabellos que caían por su cara, me empiezo acercar lentamente dando pequeñas caricias por su mejilla. Se me hace agua la boca. Mi nariz acaricia la de ella haciéndola gemir.
¡Joder, quiero besarla!
-Danielle, tengo hambre -su voz se escucha ronca.
Me alejo rápidamente. A buena hora te vienes a querer despertar.
Empieza a balbucear y a decir cosas sin sentido. Moviéndose despacio sobre mi pecho, abre sus orbes azules lentamente acostumbrándose a la luz. Se aleja de mí y siento frío en donde ella hace segundos estaba.
-¿Nate? -frota sus ojos haciendo una mueca de dolor-. Ouch, me duelen -susurra, pero logró oírla-. ¡Debo parecer una mosca! -exclama indignada.
Me río levantándome del suelo y lo que ayer parecía muy cómodo, hoy mis entumecidas piernas lo ponen en duda. Ella se levanta y se fue primero al baño, después de un rato salió y seguí yo.
-No sé qué suelas desayunar y no quise revisar mucho, por eso preparé cereal y leche -sus mejillas se tornan de color rojo.
-Tranquila, igual no tenía más nada para comer aquí -ambos reímos y comenzamos a comer.
Podría acostumbrarme a esto, pero esta vez solo con ella.
-¿Con que chico rudo? -su voz me saca de mi ensoñación, la miro con confusión-. No me veas así, tú mismo lo dijiste. ¿Cómo fueron las palabras? -piensa unos segundos-. ¡Ya lo recuerdo! -se levanta de golpe de la silla y se pone frente a mí ¿firme?-. ¡Mayor Nathan Ackerman, señor!
La miro asombrado mientras ella se ríe. ¿Cuándo le dije que era mayor?
-De inteligencia no te vas a morir, genio -afirma divertida-. Tonto, lo dijiste ese día. Ya sabes, esa mañana después de dormir juntos.
No me lo recuerdes, esa noche solo logré dormir más de dos horas. Mi amigo no dejaba de palpitar y querer tener acción.
Tú durmiendo tranquila y yo muriendo excitado.
-Claro, como olvidarlo -río con sarcasmo-. Esa mañana también te caíste de la cama, gatita.
-¡No me digas así! -se cruza de brazos fingiendo estar enojada-. En fin, señor soldado, ¿cuál es tu trabajo? -se sienta nuevamente a mi lado, comiendo de su cereal y viéndome interesada-. ¿Has ido a la guerra? ¿Conoces muchos países? ¿Sabes más idiomas?
Le doy una pequeña sonrisa y empiezo a comer. No pensé que en serio le interesara lo que hago, o tal vez yo.
-Hoy estás muy preguntona -se encoge de hombros-. Mi trabajo es hacer informes, he ido a varios países y sí, sé algunos idiomas.
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Tú Me Salvaste
RomanceLibro #2 Saga Rusos. Vivir en una burbuja llena de mentiras y traiciones puede llegar a ser doloroso. Fue robada, engañada y criada por una familia que no es la de ella. Era feliz mientras no sabía nada y creía conocer con los que estaba, pero todo...