Capítulo 9

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Holmby Park.

Los Ángeles-California.

Nathan.

¿Las citas son para impresionar a la chica que te gusta? Según mi hermano, sí. Entonces, ¿por qué yo no he impresionado ni un poco a Natasha? Desde el primer día que la vi noté un cierto temor de parte de ella hacia mis amigos y yo.

¿Desde cuándo me gusta Natasha? Podría decirse que desde que ella era una niña. La veía de lejos, pero por ser mayor que ella y no tener hermanas, creí que tenía complejo de hermano. Ella entró a la secundaria y yo me fui a trabajar lejos, por eso no logramos coincidir, no llegamos a hablar o a entablar una amistad.

No me hice conocer, solamente me alejé de ella.

No voy a negar que llegamos como los matones en manada a saludar a sus tíos y comprendo su temor hacia nosotros, pero siempre que vamos al restaurant es igual. A veces necesitamos normalidad y por eso llegamos, nos sentamos, hablamos con sus tíos un rato, comemos y nos vamos. La vida que llevamos mis amigos y yo no es para nada fácil. Respirar otros aires, ver otros rostros, pensar en otras cosas, se convirtió para nosotros en necesidad en estos últimos años.

¿Qué tan malo es eso?

Me costó muchísimo aceptar que Natasha me ponía nervioso en mi adolescencia y les aseguro con toda la sinceridad del mundo que aún lo hace. Me impactó ver su foto, por un momento no creía que fuera ella. No era la misma niña que en mis recuerdos vivió por algunos años. Había crecido, era toda una mujer y una mujer muy hermosa. Con solo una foto esa rusa me atrapó y puso mi cordura en juego.

Puedo rescatar a un rehén, desactivar una bomba, ir al continente más peligroso y enfrentarme a un batallón de mafiosos o asesinos, pero me pone nervioso una chica rubia de ojos cautivadores.

—Qué ironías tiene la vida —mascullo, para mí.

Y aquí estoy en una cita con una chica que solo logro asustar y para completar, me tiene los nervios a millón y muero por impresionar.

Las cosas no están saliendo de acuerdo al plan. No sé por qué con ella todo me resulta mal. No estamos sincronizados y tampoco sé por qué estoy hablando así. Debo dejar de escuchar los consejos de Dylan y Logan.

—Nate —me llama, volteo a verla fugazmente—, ¿ya llegamos? —pregunta, haciendo pucheros.

—¿Preguntarás como nena cada 5 minutos? —asiente divertida—. Bueno, bueno, ahora mira hacia allá que ya hemos llegado —señalo su ventanilla.

Aplaudió como niña, esperó a que me estacionara y bajó del auto rápidamente. Se volteó al darse cuenta de que no la seguía cuando empezó a caminar. Detuvo el paso y me esperó a que me acercara para entrar juntos al parque. Para mi sorpresa, me miraba y sonreía inocentemente. Estaba impresionada y puedo decir que se le notaba que estaba cómoda. Sus ojos brillaban y por primera vez desde que estamos solos, la puedo ver totalmente relajada.

«¿Está feliz? ¡La hice feliz!», pensé, emocionado.

—¡Bienvenida a Holmby Park, Natasha! —sonrió—. Espero disfrute su estadía conmigo —usé mi voz de presentador.

Comenzó a reír y a caminar de espaldas, me veía y hacía señas para que me volviera a acercar.

—El niño sabe como hacer bromas —alzo una ceja—. Sabía que esa seriedad tenía un límite. Ven, ponte a mi lado y presume que andas con una chica que camina de espaldas —se detiene, esperando por mí.

Niego con la cabeza mientras aguanto la risa.

—¿Debo presumir que ando con una chica que camina como los cangrejos? —pregunté, sonriendo ella asiente obvia—. Vale, vamos a las mesas que están por allá —señalo hacia unas bancas que están en el fondo.

Tú Me SalvasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora