Víctor von Doom

Parte 15

Como hoy me he quedado en casa, te dejo este capítulo de regalo!!! 

Agradezco propuestas!!!

Votad y comentad! Gracias!! ;3

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-Al llegar a la aldea, habrá una joven esperándote. La conociste cuando te retuvieron en la casa de la anciana. Ella te dirá lo que tienes que hacer. Espero no recibir ninguna queja. Cuando acabes puedes hacer lo que te de la gana, con tal de no molestar y no salir del territorio latveriano. ¿Entendido?

Mi respuesta tarda en llegar.

-Se nota que te acabas de levantar. ¡Espabila!-dice con un chasquido de sus dedos frente a mi cara.

-Sí, señor-respondí tristemente.

-Bien. Ah, es verdad. Antes de las diez de la noche te quiero aquí.

-No tengo hora, señor.

-Toma-me lo tiende en la mano. 

Es un collar con una esfera. La esfera se abre y tiene un minúsculo reloj.

-Tómatelo como un préstamo-dice mientras sube las escaleras de fuera de la celda.

Lo sostengo durante unos minutos en mi mano. Tiene una forma particular. ''Tal vez sea otra maldita cámara''-pienso. Pero en vez de hacer una inspección exhaustiva me limito a echarle una ojeada por encima y a colgármelo del cuello. Me pongo una camiseta negra y unos vaqueros largos que me ha dejado encima de mi mesa. 

El camino cara la aldea es largo. Para mi sorpresa al salir del castillo, veo al caballo que curé y uno voz suena en mi cabeza. ''Otro préstamo más, pero este no es mío''. Supongo que a lo mejor el propietario dijo aterrado : BRUJERÍA, y se desentendió completamente del animal.

''Para el trato que le daba (a base de palo) es mejor que se quede conmigo''

Un gracias, sale de mis labios. Doom tiene un perfil perfecto de acosador.La muerte (doom) es acosadora. Él es más bien mi tortura.

Me subo al caballo. Ya está ensillado y parece feliz de tenerme a su lado. El problema es que yo no controlo mucho el cabalgar. Por eso me inclino cara su cabeza y le digo:

-Llévame a los campos de al lado de los hogares humanos.

Este parece entenderlo y con ligero trotar emprendo el pequeño viaje.

Mientras en la aldea...

Naelí miraba distraída a la distancia. Ella aparecería en cualquier momento. Ella, una extraña a la que apenas conocía. Su recelo habitual de los extranjeros era más que evidente, y no le hacía mucha ilusión el tener que hablar con ''la extraña'' el nuevo apodo que le habían puesto.

Era el tema en boca de todos. Que si sus cabellos, que si su control del lenguaje, pero sobre todo de los milagro que hizo. Unos los llaman así, otros maldiciones.

-¿Esperándola?-dijo una voz anciana.

-Sí, Zolaida. No llega tarde, pero no dejo de estar intranquila.

-¿Por qué has accedido?

-El Señor Víctor vino ayer, no sé si lo sabes.

-Sí, claro. Vino a traerme las medicinas que necesitaba. Ese hombre es un sol.

-No creo que ella pienso lo mismo-dijo con tono burlón.

-Ya sabes que es muy duro con los extranjeros, más después de lo del año pasado... En fin, vuelve al tema.