Parte 22

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He llegado a la plaza central de la aldea. Todo está a rebosar de gente. Hay varias filas de mesas y a los lados un montón de sillas. Veo una que destaca más que las demás y llego a la conclusión de que ese será la de Víctor. Zoraida me ha visto llegar y  viene a mi encuentro.

-¿Dónde andabas metida? Víctor está a punto de llegar-dice entre quejica y curiosa.

-Lo siento. He ido a la zona de las atracciones de los niños.

-¿Has ido tú sola?

-Sí...¿pasa algo?

-¡Por Dios! Para que te ocurriese algo.

-Pero si está al lado...

-Vente anda.

La sigo. Como se parece a mamá. Ella también se exasperaba cuando con mis salidas nocturnas. 

Me siento en mi sitio. A mi lado está un cabecilla de una de las aldeas de Latveria. Algo así como un alcalde... Soy yo quien saluda y se presenta primero. No quiero parecer una maleducada.

Zoraida se va. Esta situación es muy incómoda. Mucho más tras escuchar esas palabras tan ofensivas de aquel hombre. Sigo sin recordar su nombre...

''No aparentes lo que no eres''

Al instante siento un calambre y unas manos que se posan en mis hombros. Luego una cabeza se sitúa a mi lado. 

-Buenas noches a todos-saluda.

-¡Víctor!-grita el hombre de mi lado-¿qué tal andamos?

-Vamos tirando. ¿Qué tal el vino que te envíe?

-Jodidamente bueno, perdonando la mesa. ¿De dónde lo sacaste?

-De esta señora de aquí.

El hombre y yo nos vemos sorprendidos.

-¿De mí?-pregunto extrañada. Sigo sin poder verle, pues tengo prohibido el levantarme.

-¿En serio que no te acuerdas querida?  Hace meses ya de ello...

Y por fin se hace la luz.

-¿Las tierras quemadas?

-Muy bien, vamos en progreso.

-Pues te felicito joven, no sé cómo los habrás hecho pero no llegaran diez botellas.

Su mujer le da un codazo y todos en la mesa hechan unas carcajadas.

Yo río nerviosa.

Víctor por fin se sienta en su silla. Sus movimientos son tan pausados y perfectos. Se me queda mirando.Observo su traje. Es tan atractivo. Prácticamente va todo de negro, salvo por su camisa (blanca). Tiene el pelo como despeinado, pero apenas se le nota y sus ojos café no paran de observarme. Me sonrojo y aparto la mirada de él.

Él me la mantiene. Me siento más incómoda.

Comemos varios platos. Yo como muy poco. A penas tengo hambre. 

Siento mucha angustia. Es algo inexplicable porque es un ambiente familiar en el que nadie molesta a nadie, pero algo me impide soltarme. ¿Las palabras de aquel imbécil? ¿Víctor? 

Toco mi vientre. Da algún que otro golpe. Juego con él distraída.

Sin darme cuenta toda la mesa calla. 

Víctor va a empezar a hablar.

-Bien mis más queridos súbditos. Es un placer ver que todos estamos aquí reunidos para celebrar algo tan especial como este día. El día de Fertilidad. Celebramos la fertilidad de la Tierra y de nuestras mujeres. ¡Brindemos pues, por éste día!

Víctor von DoomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora