Parte 21

100 6 1
                                    

Toda Latveria está cubierta de luces y música. Las calles están llenas de adornos y de saludos de bienvenida a los recién llegados. Se respira la felicidad en el aire.

Yo en cambio, no estoy fuera, sino dentro de la casa de Naelí. Víctor me dijo que ningún hombre miraba a su pareja hasta la hora de la cena, por ello tendría que ir a la aldea y arreglarme con las otras mujeres, mas Naelí insistió en ir a su casa.

-Flora, pásame esa pinza.

Ahora mismo me está peinando. Ya me ha duchado, perfumado, ayudado con el vestido... y por el momento estoy quedando como  una rosa.

-Supongo que un peinado elegante pero cómodo. ¿Una coleta con pinzas de flores? No, demasiado infantil...¿el pelo suelto? 

Me encanta cuando cabila. 

-Me parece buena idea. Ponle una flor de un lado y listo.

-¿De verdad que quieres un peinado tan simple?

-Sí.

Nos reímos.

-Bien pues ya lo tienes-dice al acabar con la flor.

-¿Naelí vas a venir?

-No Flora, este año, no puedo. He de cuidar de los niños. 

-Pero tú sola con tantos..

-Flora.

Yo la miro desde el espejo que tengo delante y me acomodo más en mi asiento.

-¿No necesitarás ayuda?

-Flora.

-Pero es que...

-No te vas a escapar de Víctor, mucho menos con semejante bellesa ensima.

Ese acento me hace sonreír y me sonrojo.

-Está bien. Supongo que estoy un poco asustada.

-¿Has solucionado tus diferencias con él? 

-¿Por qué lo dices?

-Por nada, no es que antes hablaras de él como si se tratara de una cucaracha...

-Sí. Hemos hablado y... me siento mejor.

-Me alegro por vosotros. Bueno ¿vamos con el make up?

-Un poquito...

Media hora más tarde tengo todo el rostro completamente embellecido. Naelí se ha vuelto a salir con las suyas.


Víctor no vendrá hasta las 22.00. Son las 21.30. Lo veo en mi reloj, en el exterior, entre las baladas y las trompetas. Estoy más que incómoda. Nadie me conoce y sé que todos hablan de mí. Me voy cara la zona de las atracciones de los niños. Al menos allí, no estaré siendo observada en cada movimiento.

Por pura casualidad, me he fijado en el hombre que vigila a los niños. Es José, el padre del niño al que le salvé la vida. Al verme  parece sorprendido, pero luego su sorpresa pasa a ser una cálida confianza.

-¡Flora un placer verte, que arreglada vienes hoy!

-Hola José. Ya ves la obra maestra de Naelí-digo riendo.

-Esa muchacha... Siempre dije que será una gran diseñadora.

-Yo también lo creo. ¿Vigilas a los niños?

-Sí. Me preocupo por mi hijo y también por la pequeña, que supongo que no la conoces. Ves aquel hinchable de Bob Esponja.

Hago un asentimiento.

-Pues aquella es mi hija, la pequeña Rosa.

Llama a sus hijos que giran las cabezas al mismo tiempo y me hace gracia su reacción de sorpresa y confusión al verme.

-Miguel, Rosa-dice a los niños cuando llegan-. Ésta señorita de aquí se llama Flora.

Ambos niños expectantes corresponden a mi saludo. La pequeña se esconde tras la pierna de su padre, debe de tener unos seis años. Su hermano... parece que diez.

-Miguel ¿no le quieres decir nada?

El niño traga saliva y lleno de valor porque también sus amigos están presentes alrededor, se atreve a hablar:

-Le agradezco mucho lo que ha hecho por mí, señorita Flora. Sentí tanto dolor...pero a la vez no lo sentía. No tuve miedo a morir, sino a dejar atrás a mi familia.

Todo esto lo dice haciendo una inclinación con la cabeza.

-No hace falta que me agradezcas nada Miguel. Al contrario, tendré que ser yo quien te lo agradezca, las cosas hubiesen sido diferentes de no ser por ti. 

Le doy un besito en la frente. Éste se estremece, pero luego se va relajando.

Su hermana por accidente tropieza y cae para adelante. Rápidamente mis cabellos se han transformado y las enredaderas la sujetan.

José y su hijo han dado un brinco ante mi rapidez, y todos los allí presentes. La niña me toca las enredaderas curiosa y yo la levanto y le doy una caricia en la cabeza.

-Gracias-dice con un hilillo de voz- mientras va a los brazos de su padre.

- No hay de que. José siento el haberte asustado. Ha sido un acto reflejo mío. 

-No, sino ha sido nada. Gracias. Si es que al final eres tú quien vigila a los niños.

Miguel atrevido me ha cogido un cabello. Su padre le recrimina pero yo le hago un gesto de que no tiene importancia. Finalmente, tengo a todos los niños de las atracciones tocando mi pelo.

-¿Es de verdad?

-Sí, claro.

-¿Si te quitan una hoja te duele?

-Es como si me quitasen un pelo.

Justo ahí siento un tirón.


Miro el reloj, las 22.00. Víctor me debe de estar esperando.  Siento una alegría interna más que agradable. Me he ganado la confianza de los niños.

De repente, alguién me agarra de la muñeca.

-¿Ha dónde crees que vas?

Asustada doy un respingo. Es el hombre que quiso condenarme a muerte.

-Hola, señor. Voy a la fiesta.

-¿A caso te crees una de los nuestros?

Me quedo callada.

-No lo eres. No aparentes ser lo que no eres. Una puta como tú, paseándose por aquí como Pedro por su casa. Dicen que estás preñá ¿es eso cierto?

No sé que responder. No sé que hacer. No puedo atacar. No. No.

-¿Sabes? Esta noche vienen unos amigos míos muy ''amigables''. Tal vez, podamos pasarlo muy bien...

Prácticamente huyo de él. Lo peor es lo que grita luego:

-¡Pronto lo pazaremos muu bien tu y yo! Ya verás.

------------------------------------------------------------------------------------------

VOTA, RECOMIENDA Y COMENTA!!

Meduss142

.



Víctor von DoomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora