VIII

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La habían capturado.

Robert contempló como dos monjes, vestidos con sotanas negras interrogaban a la dama del castillo que atada a un potro de torturas gritaba mientras los verdugos obraban su trabajo.

-No intentes usar tu hechicería, manceba del maligno, el poder de Cristo reprime tus artes infernales- Dijo uno de los hombres, con un marcado acento de las Tierras Altas.

-Confiese donde está tu creación y tus torturas cesarán ¡Cae en los brazos de tu salvador!- Dijo el otro inquisidor- Confiesa donde está, no el que dejaste escapar, sino la que arrasó la aldea hace diez días ¡Confiesa!

La mujer le escupió al hombre más cercano y entonces él se retiró mientras se pasaba la mano por la cara con expresión asqueada.

-Es una pena, que el Altísimo se apiade de ti y de la ramera de tu hija, lady McAlvey.

El inquisidor hizo un gesto al verdugo.

El grito de la mujer resonó hasta despertar a Robert.


El golpe seco en la madera de la puerta tenía harto a Robert, y aún más a Kendrew que golpeaba la moldura de hierro hasta tener los nudillos rojos.

Robert se maldijo así mismo, llevaba teniendo ese sueño desde hace tres días, desde que vio a James besando a Katie y desde entonces no había podido dormir bien. Siempre tenía ese sueño, una y otra y otra vez, cada vez que cerraba por los ojos veía las llamas sobre las sotanas de los inquisidores y oía los gritos de esa...lady McAlvey. Sin duda, Robert tenía que dejar de leer libros de historia, por mucho que amase hacerlo.

Sonó otro golpe y Kendrew gruñó, fuera de la estancia.

El director de Hogwarts suspiró y dirigió una mirada de cansancio a Albus y Scorpius.

-¿Hace cuánto que no sale?

Los dos chicos se miraron y el rubio tomó la palabra.

-Dos días...no, tres.

Kendrew suspiró, cansado ¿Qué hacía ese maldito de Robert? Se había vuelto retrasado, si no salía Kendrew tendría que entrar a por él y en el peor de los casos llamar al tío Kendrick para que hiciese algo y si se llegaban a enterar los padres del propio Kendrew que Robert llevaba tres días sin ir a clase...dios salvase al muchacho.

-¡Robert tienes diez segundos para abrir esta puerta o la tiro abajo!

El chico que estaba dentro se hundió más bajo las sábanas, sabedor de que su primo no haría nada.

-¡Robert!- Volvió a llamar.

El chico sacó la cabeza de debajo de sus sábanas y gritó a pleno pulmón:

-¡¡Que te vayas!! No eres mi padre.

Volvió a meterse bajo las mantas y acto seguido se escuchó una explosión a la cual siguió una polvareda que hizo que Napoleón saltase de su catre y saliese corriendo bajo la cama de Robert.

El escocés salió de debajo de las camas y emitió varios tosidos ahogados. Kendrew no bromeaba.

-¡¡Podías haber tirado la puerta, bruto!!

El director se sacudió una mota de polvo de su hombro.

Kendrew había reventado toda la pared de la habitación de Robert y ahora la mitad de la casa de Slytherin miraban al chico, curiosos y absortos por el poder de Kendrew.

-No hago promesas en vano, Robert ¡¿Vosotros qué miráis?!- Inquirió, sacando su tono de sargento- ¡Id a clase!

Los Slytherin se dispersaron como cenizas al viento y Kendrew se acercó a su joven primo.

Magia en Hogwarts [Saga de Robert McAlvey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora