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McGonagall encabezaba la silenciosa marca por los pasillos, con Horus en su brazo y la señora Norris a su lado mientras que el señor Filch sostenía de los hombros a James y Robert, arrastrándolos por donde él pisaba.

Atravesaron el patio del Gran Comedor hasta la galería, la cual recorrieron con rapidez hasta que se encontraron frente al gigantesco grifo de entrada a la oficina del director.

La profesora McGonagall extendió las manos y las abrió mientras pronunciaba:

-Magia de las Tierras Altas.

El grifo se movió y la entrada a las oficinas personales de Kendrew quedó abierta.

Robert se preguntaba si esa vez Kendrew sí le castigaría ¿Lo haría? Siempre le había perdonado por ser run McAlvey pero en esa ocasión tenía la sensación de que ni la sangre que les unía le libraría de una buena reprimenda, y de un castigo más que ejemplar. A él no le molestaba, la verdad, lo que de verdad le preocupaba era James, si le volvían a castigar...llamarían de nuevo a sus padres, y se metería en un buen lío. Vale que James le había rechazado pero los sentimientos de Robert por él eran los mismos, no quería que le pasase nada.

McGonagall dio dos sendos golpes sobre la moldura de la puerta de Kendrew y esta se abrió al instante.

Entraron.

Kendrew estaba a un lateral de su escritorio, observando la noche por uno de los grandes ventanales que había a cada lado de las escaleras que subían hacia sus habitaciones. El director de Hogwarts tenía una cara bastante demacrada, señal de que no había dormido en varios días y en sus ojos relucía una tristeza latente que Robert jamás había visto...¿Habría discuto con Fred? No, no debía montarse películas, ahora tenía otro problemas y más serio si cabía la posibilidad.

-Creí haber dejado bien claro que nadie, alumno o profesor, debía estar fuera del castillo de noche ¿No es así, jóvenes?- Kendrew se sentó en su trono de director y Horus voló hasta su brazo, recibiendo suaves caricias por parte de su amo- ¡Gracias por traer a estos alumnos, señor Filch, puede irse!

-Sí, señor.

Filch, muy a su pesar, dejó libres a los dos chicos y tras dedicarles una mirada de profundo asco se alejó con su gato. Que pareja más encomiable. McGonagall, por su parte, también salió aunque dijo que esperaría fuera de la estancia.

-¿Por qué salisteis fuera?- Dijo Kendrew, sin tapujos mientras se sobaba las sienes.

Los dos adolescentes se miraron y con sus miradas llegaron al pacto de dejarse de tonterías y divagaciones y contarle toda la verdad a Kendrew.

-Pues...estábamos investigando- Dijo James, adelantándose un paso- Ayer, en clase de Criaturas Mágicas, mientras criábamos a nuestras crías de Hipogrifo un centauro nos sorprendió y trató de atacarnos pero no lo consiguió...

-Entonces comenzamos a sospechar que la barrera rodeaba las fronteras del bosque porque el centauro solo podía cabalgar bajo la cortinas de árboles- Terminó de decir Robert- La culpa es toda mía, director. Deme un castigo a mí.

Kendrew entornó sus profundos ojos azules sobre los de su primo y este sintió como un peso descomunal se posaba sobre sus hombros.

-Me habéis decepcionado- Dijo el director- Sustraigo cincuenta puntos a Slytherin, ya que tú, Robert, fuiste el instigador y cuarenta a Gryffindor. Además, estaréis castigados mañana sin cena.

-¿Nada más?- Inquirió Robert, pensando que le habría hecho limpiar los pisos de todo el castillo a lametazo limpio, como había hecho en una ocasión.

Magia en Hogwarts [Saga de Robert McAlvey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora