Capítulo 4

1.5K 258 6
                                    

“Y a veces.. Dormirse con el corazón roto y lagrimas en los ojos, es la peor de las torturas.”

Así se sentía Katerine… Destrozada, intentando que las palabras que leyó la última noche no le arrancaran las ilusiones de golpe. ¿Sabéis esos días en los que te levantas con el único propósito de volver a caer, dormida, sin ni siquiera intentar afrontar el día? Bien, para Kate era un día de esos. De pronto, su madre picó a la puerta.

-Katerine, cariño, ¿estás bien?

+Si, mamá, estoy bien.

-Puedes contar conmigo, lo sabes, ¿no?

+Lo sé, muchas gracias.

Romy, la madre de Katerine, se la quedó mirando.

-Hija, te está haciendo daño, sácatelo de la cabeza.

+Si, mamá, sacar a alguien de tu cabeza es fácil.. Pero sacarlo del corazón ya es otra historia.

Romy la abrazó, y le guiñó un ojo tiernamente.

-¿Sabes qué? Hoy vienen Ryan, Rachel y Harry a cenar a casa, espero que no te importe.

+Mamá, pero..

-No, ni “peros” ni nada, hoy tendrás que ponerte guapa, eh.

Kate suspiró.

“Está bien”.

A Kate, el hecho de tener visita esta noche no le apetecía mucho, pero por otra parte, que esa visita fuera de Harry y su familia... Cambiaban las cosas. Estaba un poco estresada, no sabía que ponerse. ¿Un vestido? ¿O una falda? ¿Tacones, para parecer mayor? ¿O sandalias, para parecer sencilla? ¿Pelo liso, u ondulado? ¿Maquillada, o sin maquillar? Que estrés. Miró hacia la ventana de su habitación. Steven, el padre de Kate, y James, el hermano, subían al coche con un balón de futbol en el asiento trasero, y Romy fue a comprar. Kate, pues, estaba sola en casa, así que decidió hacer algo que sabía que le desestresaría: Tirar toda la ropa por casa hasta encontrar el modelo perfecto para llevar esa noche. Si algo tenía claro, es que la ropa amontonada en el armario no parecía tanta, y sin duda, tenía muchísima.

Finalmente, optó por una falda de tubo con una camiseta rosa fosforito, y unos tacones negros. Pelo largo, maquillada pero no del todo, pulseras a montones, uñas rosas en conjunto, pendientes de perla y una sonrisa nerviosa pero suficiente para la ocasión. Quedaba bastante para que Harry y sus padres vinieran a cenar, pero ella ya estaba lista. Era uno de esos momentos incómodos, dónde ya lo tienes todo hecho y los nervios te invaden, así que Kate encendió el ordenador y se puso a escuchar Nirvana para desconectar un poco. No sólo estaba nerviosa por la cena, sino también porque Peter no le había contestado el mensaje. “It’s better to be hated for what you are, tan to be loved for what you’re not…” Nirvana seguía sonando, y sus pensamientos creciendo al ritmo de la canción que estaba a punto de terminar. Mientras cambiaba la canción, vio como su padre y hermano llegaban, llenos de barro. La madre, sin embargo, todavía no había llegado. Abrieron la puerta, y Kate supuso que debían arreglarse: ¿Qué maneras serian presentarse así ante los nuevos vecinos? Pensándolo bien, en esa casa, la persona más preocupada por su imagen era Katerine. Su hermano y padre eran totalmente despreocupados, y Romy se cuidaba, pero no al extremo de la pequeña adolescente. De vez en cuando, seguía mirando su móvil para comprobar que no había ningún mensaje de Peter. Y, efectivamente, la bandeja de entrada estaba vacía. Se estiró en la cama, e inconscientemente se quedó dormida.

Al cabo de un rato, la hora había llegado. Sonó el timbre, y Kate abrió los ojos de golpe, medio asustada. Se miró al espejo corriendo, para evitar malas vibraciones la primera vez.

“Hija, la familia Elgort ya está aquí” Escuchó.

“La familia Elgort.. Qué bien suena.” Dijo entre murmureos. 

Hold me, idiotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora