“He amado hasta llegar a la locura; y eso a lo que llaman locura, para mí, es la única forma sensata de amar”.
Katerine abrió los ojos, pero las cosas habían cambiado. Esta vez no veía su armario, ni su ventana, apenas veía sus sábanas: Veía a Harry durmiendo, y eso.. Era mejor que todas las cosas en el mundo. Era una sensación rara, diferente, pero increíble. Era como estar en un sueño del que nunca quería despertar, dónde hay un príncipe, una princesa, dos famílias que se quieren y se respetan, y por supuesto, un malo que el príncipe terminó matando por amor a su princesa. Katerine acarició la cara de Harry, que aún dormía. Se dio la vuelta y vio una carta en la mesita de noche. En la parte delantera había algo escrito.
“La mejor noche, y a tu lado”
Katerine la abrió, y había más cosas escritas.
“Buenos días dormilona.”
Katerine dejó de leer. “¿Dormilona? Aquí el único que está durmiendo eres tú, idiota.” Se dijo a ella misma, y siguió leyendo.
“Quiero decirte que después de tanto tiempo, esta noche ya no te he echado de menos, y esa es la mejor sensación del mundo. Te quiero más que ayer, pero menos que mañana. Ahora sal a la calle y comete el mundo, que de comerte a ti ya me encargo yo. Te quiero, enana."
Katerine guardó esa carta en el bolso, y antes de irse habló, a pesar de que Harry durmiera.
“Te quiero, Harry. Te quiero mucho. "
Se dirigió hacia la puerta de la habitación para salir, pero antes de cerrarla escuchó algo.
“Yo también te quiero, reina”.
Katerine vio los ojos de Harry abiertos, y fue corriendo a abrazarlo y besarlo. Una vez lo hizo, se fue, recordando aquella noche como el mejor de los recuerdos. A los treinta segundos llegó a su casa, abrió la puerta sin hacer ruido alguno, y se dirigió a su habitación en cuclillas. Cerró la puerta de su cuarto, y se cambió de ropa: un chándal bien cómodo para ir por casa.
El día pasó rápido, monótono, haciendo lo de siempre, pero esta vez teniendo algo en lo que pensar durante los momentos de máximo estrés o aburrimiento. Ahí estaba Katerine: Estirada en su cama, mientras sonaba Little Things de One Direction en sus oídos. De pronto, su madre entró en la habitación.
-Hola, cariño.
-Mamá, hola.
-¿Cómo te va con Harry?-Preguntó Romy, contenta.
Katerine no supo que pensar, pues que su madre le hiciera esa pregunta el día siguiente de perder la virginidad con él, era extraño. De todos modos, hizo como si nada.
-Bien, como siempre, supongo. ¿Cómo os fue la cena?
-Bien, también. ¿Te gusta Harry, verdad cariño?
¡¡Mamá!!- Dijo, dudando cada vez más- ¿a qué viene todo esto?
-No sé, hija-Contestó Romy-echo de menos que me cuentes tus historias.
-Me hace sentir bien, mamá. Me hace sentir bien conmigo misma, y eso, como ya sabes-hizo una pausa- es muy difícil de lograr-terminó de decir, riendo.
-No hace falta que lo digas, Katerine-contestó su madre, riendo con ella-Me alegro mucho, de verdad. Desde que ví a Harry, me pareció un buen chico. Y ha hecho muchas cosas por ti, eso demuestra que vale la pena. Y sienta bien, ¿no es cierto?
-Realmente bien-Contestó Katerine, sonriendo tímidamente.
Romy abrazó a su hija, orgullosa, y salió de la habitación. Unos segundos después, el timbre de su casa sonó. Katerine fue corriendo a abrir.
-¡Hola, Katerine! He venido a jugar con tu hermano-Dijo Candy, la hermana de Harry.
-¡Hola, preciosa! Adelante, estás en tu casa.
Candy abrazó a Katerine, y fue corriendo a la habitación de James, que le esperaba ansioso con un coche de juguete en la mano. Kate volvió a su habitación, sin saber que hacer. A los cinco minutos, alguien picó a la puerta de su habitación. Era Candy, de nuevo.
-Katerine, ¿puedo preguntarte algo?-Dijo, con tono tímido.
-Claro, dime pequeña.
-A ti te gusta mi hermano, ¿verdad?
-Claro que me gusta, tu hermano es muy bueno conmigo.
Candy sonrió de forma permanente, y sus ojos empezaron a brillar de manera entrañable.
-¿Por qué lo preguntas, cariño?-Volvió a hablar, Katerine.
-Es que no sé si sois novios, no sé que sois.. Pero quiero que estéis juntos. Porque quiero que seas su novia y mi…-Hizo una pausa, pensativa-¡ah, sí!, mi cuñada.
-Mira, princesa-empezó a decir Katerine- realmente no tengo ni idea de si tu hermano y yo estamos juntos, lo único que sé es que nos queremos. Y si lo pierdo-acarició la mejilla de Candy-no sé lo que haría.
-Pero no lo vas a perder-Dijo Candy, triste.
-Lo sé, pequeña.
-¿Sabes qué?-Preguntó Candy-Harry habla mucho de ti en casa. Y me gusta, porque le sale una sonrisa que hace tiempo que no veía. Y me gusta que mi hermanito sea feliz.
Katerine no pudo evitar emocionarse al escuchar esas palabras de Candy, pues no era más que una niña ilusionada por la sonrisa de su hermano que la hacía crecer como persona, y como a hermana que era. Una niña entrañable.
-Muchas gracias por decírmelo, Candy. Cada día me gusta más, y no dudes que vas a poder ver esa sonrisa durante mucho tiempo más, porque lo voy a cuidar todo el tiempo que él me deje.
Candy la miró con alegría y la contestó.
-Pues Harry ha dicho exactamente lo mismo esta mañana. Que te cuidará, y también que..-empezó a pensar, queriendo recordar lo que quería decir.
Katerine miró hacia la pequeña Candy, y después, sonriendo, miró hacia la puerta que estaba medio abierta. Vio a su padre, observándolas a escondidas. Katerine lo sonrió. Su padre, feliz, le devolvió la sonrisa.
-¡Ah sí!-Pareció recordar Candy-también ha dicho que le has cambiado la vida.

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Hold me, idiot
Fiksi Remaja"Ese amor que no sabes a ciencia cierta qué significa, que no sabes ni dónde empieza ni dónde acaba. Te gusta verlo, encontrarte y hablar con él, te cae bien y, cuando pasas un poco de tiempo sin verlo, lo echas de menos. En fin, ese amor que no pue...