“La mariposa recordará por siempre que fue gusano”
Katerine se despertó a causa de un ruido martirizante: su madre picando a la puerta de su habitación una y otra vez. Según su madre “era tarde para dormir” según Katerine, las nueve de la mañana era la hora clave para coger el sueño otra vez. Si había algo que la tranquilizaba, es que era sábado. Ay, querido sábado.
-Katerine, levántate y vístete-Dijo su madre.
-Mamá, ¿de verdad? ¿Dónde quieres ir?-Respondió Katerine, con voz vaga.
-Tenemos que ir al parque del lago.
-Mamá, no me jodas. ¿Qué quieres hacer allí?-Rió-¿Dar comida a los patos?
-Hemos quedado con los Elgort.
Katerine, a los dos segundos, ya se había levantado de la cama y se había dirigido a su armario para ver que se ponía. Dudas, como siempre.
-Ahora si que vas rápida-Susurró Romy, riendo.
-Si hubieras empezado por ahí- Le contestó Katerine, vergonzosa.
-Claro, Katerine. Lo que pasa es que cuando tu escuchas la palabra “Elgort” tu vida da la vuelta de golpe.
Katerine giró la cara de la vergüenza, volvió a mirar a su madre y la sonrió, aún con las mejillas rojas. Apenas tardó media hora en arreglarse, vestirse y peinarse. Ni ella misma se lo creía, pues todos sabían cómo era Katerine a la hora de ponerse guapa: un estrés. Pero esa vez.. Esa vez había sido diferente. Shorts tejanos a juego con un chaleco, y una camiseta de tirantes blanca que le iba estrecha, y Vans cómo forma de vida. Decidió hacerse un moño, ya que siempre le habían dicho que le quedaban muy bien. Una vez lista, bajó por las escaleras de su casa a la vez que chillaba al unisono “¡ya estoy!”. Romy y Steven fueron hacia ella, extrañados, preguntándose el porqué de tanta rapidez. Se miraron entre ellos, y con una simple mirada hablaron. Ellos la entendían, y ella lo sabía. Arreglaron un poco la casa, ya que les sobraba tiempo, y a las diez en punto salieron hacia la casa Elgort. Ryan, Rachel, Harry y Candy ya estaban allí, eran muy puntuales.
-No me lo creo, si Katerine está aquí-Dijo Harry, vacilándola.
-¿Por qué no debería?-Contestó Katerine.
-Durante el tiempo que tú tardas en maquillarte, y en general, a arreglarte, yo podría ir al parque y volver, por lo menos, tres veces-rió-por eso me sorprende.
-Harry, eres un estrés.
-Si, quizás-respondió- pero te gusta que te estrese-Terminó de decir, guiñándole un ojo.
Harry miró a Katerine, y ella, reflejada en sus ojos, vio a un Harry más tímido de lo normal. Alguien que, aunque la vacilara, expresaba dulzura. Ambos estaban nerviosos, pues la última noche... Fue increíble. Entre charla y charla, los Elgort y los Evans empezaron a andar, dirección al parque. Los padres de Kate y los de Harry iban juntos, James y Candy iban delante de ellos discutiendo sobre lo que había pasado en su serie favorita la noche pasada, y Harry y Katerine iban avanzados, delante de todos, sin hablar, mirando hacia adelante, pero sintiéndose más cerca que nunca. De repente, Katerine sintió un brazo pasando por sus hombres, rodeándola por la nuca, y siguió andando. Harry andaba a su paso, para no dejarla ir. Ambos caminaban, esta vez sí, juntos. Los dos se preguntaban, en silencio, que es lo que estarían pensando sus familias desde allí atrás, pero en cierto modo preferían disfrutar de ese momento. Kate decidió agarrarlo por la espalda, a la vez que él le sonreía.
-Necesitaba hacerlo, ¿te molesta?-Preguntó Harry.
-Para nada-Contestó Katerine-yo también necesitaba que lo hicieras.

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Hold me, idiot
Ficção Adolescente"Ese amor que no sabes a ciencia cierta qué significa, que no sabes ni dónde empieza ni dónde acaba. Te gusta verlo, encontrarte y hablar con él, te cae bien y, cuando pasas un poco de tiempo sin verlo, lo echas de menos. En fin, ese amor que no pue...