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Al parecer a Roman no le agradó mi actitud de "mierda" así que aquí me encuentro caminando hacia casa. Con su ropa, como si hubiese escapado de un manicomio.

Lo odio, lo detesto, ojalá no lo hubiese curado la noche anterior pero desgraciadamente tiene razón en algo, mi conciencia no estaría tranquila. Debería sentir satisfacción al ver a Roman sufrir, él se lo merece más que nadie, pero la diferencia es que él es un desgraciado y yo no soy una mala persona.

No se cómo se encuentra Claire, tampoco es que el muy idiota me haya permitido subir a verla. Siempre se tiene que hacer lo que él diga. ¡Imbécil!

Sigo caminando cuando un claxon se escucha a mi espalda haciéndome girar para ver a Ian en su descapotable gris saludando entusiasmado con la mano.

Rio acercándome a él y apoyo mis brazos contra le ventanilla bajada.

-¿Busca un aventón señorita?

-Vaya que sorpresa, no me vendría mal. Pero no tengo dinero. -digo enseñándole los bolsillos de la pantaloneta vacíos.

-No se preocupe, me conformaré con que me acepte un desayuno.

-Como le dije...

-Corre de mi cuenta Mabel. -dice riendo dejando de lado la broma de las formalidades.

Asiento encogiéndome de hombros y subiendo al auto para que Ian lo pusiera en marcha. Quizás esta no es la ropa más adecuada para salir con alguien pero no iba a negar un desayuno. Muero de hambre.

-¿Qué haces así vestida? ¿Pelea con tu novio?

-No es mi novio. ¿Cuantas veces debo repetírtelo? -digo recibiendo una risa por su parte.

-Entiendo, no aceptarías una cita conmigo e ir al baile si lo fuese.

-¿Eso es esto? ¿Una cita? Vaya, si que voy adecuada para ello.

-No importa, estas preciosa con lo que sea.

Y sin poder evitarlo mi rostro comienza a sentirse caliente bajo la sonrisa y los ojos azules de Ian. No soy una chica muy popular entre los hombres, solo he tenido algún que otro beso fugaz pero ninguno se ha esforzado en piropearme. La pregunta es, ¿Cómo siquiera me besé con ellos? ¡Qué asco!

Su auto se detiene frente a una de las cafeterías que pertenece a su madre y baja de este para rodearlo y abrirme la puerta. Todo un caballero.

Ian tiene un estilo de vida normal, superior al mío pero al fin y al cabo normal. El pagó su propio auto algo que le da mérito. No espera regalos o favores de otras personas. ¿Cómo lo sé? Claire me lo cuenta, es una enciclopedia humana de nuestra escuela, conoce a todo el mundo.

Nos adentramos a la cafetería y al notar nuestra presencia, Margaret abandona la barra para darle un fuerte abrazo a su hijo. Si, la conozco, ella es amiga de mamá y muchas veces hemos venido a desayunar aquí, cuando aún éramos una familia.

No sé cómo es que Ian y yo no hemos tenido más relación hasta ahora.

-Vaya Mabel, cuánto tiempo sin verte. -exclama la mujer envolviéndome en sus brazos. -Qué bueno que hayas venido.

-Extrañaba tu comida Margaret.

-Te prepararé lo que desees, pero vayan y tomen asiento.

Ambos asentimos y tomamos asiento en una de las mesas frente al ventanal. Realmente es una mañana preciosa, debemos disfrutar de las vistas y los rayos de sol que atraviesan la ventana calentando nuestra piel.

-Tu madre no cambia.

-Ya sabes, es muy entusiasta.

-Bien mis niños, ¿Qué desean desayunar? -pregunta Margaret parándose al lado de su hijo y posando la mano sobre el hombro de este.

Russian Roulette © +18 | Libro #1| Bill SkarsgårdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora