—¿Por qué diablos no me dijiste todo esto antes?—No podía —murmuro ella evadiendo mi mirada.
—Pudiste decir algo, podías pedir ayuda. Se supone que éramos amigos. Yo podría haber hecho algo para que te quedaras con nosotros.
—¿No me escuchaste, Daniel? Busque ayuda. ¿Quien le iba a creer a una niña de once años?
—Yo junto con mi madre te podíamos ayudar.
—No. Lo unico que hubiera hecho ella era lo que un adulto tenía que hacer. Ir con esa mujer a dejarle a su hija. Eso lo sabes. Veronika hubiera finjido que en su casa todo iba bien como siempre lo aparentaba frente a los demás.
—Te pudiste quedar conmigo a escondidas.
—Por dios, eso es imposible. Tarde o temprano se hubieran dado cuenta.
—¿Pero por qué no me dijiste, Ofelia? ¿por qué te fuiste así como si nada?
—Entiende. No quería meterte en problemas. Tampoco podía aferrarme a ti para olvidarme de todo. Necesitaba salir de esto primero, yo sola.
—Pudiste confiarmelo unos años después y ahora si resolver esto juntos —ella negó rotundamente —no puedo creer que no me dijeras.
Casi grito esto ultimo. Me levante de la cama frustrado. Caminando de un lado a otro.
—¿Y como es qué te creyeron esta vez y no te regresaron a casa?
—Porque llegue a esa casa casi a media noche...
Dudó en seguir hablando y eso me frustro aún más.
—¿Y qué? —reprimí las ganas de gritarle—. Ofelia, dime, por dios. No te sigas callando.
—Al contarles todo les mostre también las heridas en mi espalda que Veronika me había hecho—confesó con voz apagada mirando sus manos que no se estaban tranquilas.
—¿Qué heridas? —cuestioné friamente.
Ofelia se puso de pie dudando a cada paso que daba. Levanto la playera que llevaba dandome la espalda y lo que vi me enfurecio aún más. Estaba llena de cicatrices a lo largo de su espalda y algunos pocos moretones se alcanzaban a ver en lo que daba en dirección a su estomago. Me lleve ambas manos a la cara y la pase por mi pelo en señal de enfado. No podía creer que me ocultara todo esto durante tanto tiempo.
—No puedo creerlo.
Volvi a dejarme caer en la cama.—Daniel, perdoname. Se que estas muy molesto conmigo pero entiendeme no quería ocasionarte problemas.
—Aún asi no lo entiendo. Se supone que somos o eramos amigos.
—Lo somos — se apresuró a decir.
—¡Entonces debiste decirme, carajo!
Sin querer había alzado la voz y solo esperaba que mi madre no se hubiera despertado. No sabría ni como explicarle esta situación si eso llegará a pasar.
Miré a Ofelia. Tenía una mirada que nunca antes había visto. Estaba asustada. Me comencé a sentir mal por haberle gritado después de todo por lo que pasó. Ya no podía soportar verla así y aún más, no soportaba el si quiera pensar en la vida que llevó. De igual forma, todo esto ya pasó. Estaba molesto, pero no podía durar tanto mi enojo. No cuando se trataba de ella. Solté el aire contenido y tomé su mano. Cuando hablé trate de hacerlo de una manera un poco más suave intentando cambiar el tema.
—¿Ahora con quien estas viviendo?
Ella me miró una vez más. Seguía reprimiendo sus ganas de llorar.
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Ofelia.
RomancePara Daniel, uno de los colores más deprimentes y sombriós era el color azul. Para Ofelia, uno de los colores más bonitos y llenos de esperanza era el color azul. Daniel creía que nunca nadie lo haría cambiar su opinon respecto al color, pero cuan...