Teminé de cambiarme. Habíamos decidido ir como Sandy y Danny ya que era un disfraz muy sencillo. Sólo una playera blanca con chaqueta negra y un pantalón negro. Antes de la fiesta no tenía idea de qué iría disfrazado pero esto estaba bien. No me gustaban estas fiestas pero ya había accedido a ir. Amanda la organizó y quería que todo fuera perfecto. Su casa era demasiado grande, por lo que había mucho espacio para poder invitar a casi toda la escuela y más.
Condujé hasta allá. Miré la solitaria carretera y el cielo frente a mí. Todo era obscuro y silencioso. El camino era un poco largo. Al vivir en una ciudad casi todo estaba retirado y el tiempo se pasaba de manera rápida. No faltó mucho para llegar y en el momento en que vi su casa más cerca, frené. Mire la silueta de una chica junto con dos más. Ese inconfundible pelo rojizo peinado en dos coletas. Sonreí. Si ella venía estaba muy seguro de que vendría como Pippi. Era su favorito en los cuentos que me hacía contarle y que su abuela en algún momento le contó. Salí del auto y caminé hasta el portón.
—¡Daniel! —gritó Tania en cuanto me vio y me acerqué a ellas— ¿de qué es tu disfraz? —me miró frunciendo el ceño.
—Danny Zuko.
—Disfraz de pareja. ¿Ves? —golpeó a Mariana en el hombro y ella se quejó—. Así debimos hacerlo.
—Yo quería ser una muñeca diabolica. Lo siento.
Los tres sonreímos y Ofelia se mantenía un poco alejada de nosotros deseando irse de ahí. Mariana me hizo una seña que ya sabía de que hablaba y dejo que me acercara.
—Te ves bien —le dije a Ofelia y ella sonrió tímidamente.
—Gracias. Tú también te ves bien.
—No es nada elaborado pero gracias —volvió a sonreir pero de forma natural.
—Creo que nadie sabe de este personaje —confesó ella—. Hasta ahora nadie sabe de quien se trata.
—Sabía que vendrías así. ¿Cómo le hiciste para que tus trenzas quedarán con esa forma? —hablé mientras nos alejabamos un poco del ruido.
—Use pipetas.
—Gran idea —parecía estar cómoda y yo ya no soportaba estar distanciado—. Oye —hablamos al unísono después de un breve silencio—. Vamos, dime tú.
—Ya no quiero seguir así, ¿sabes? —confesó tímidamente viendo el suelo y yo la miré—. ¿Q-qué dices si nos divertimos esta noche..?
—...Y nos olvidamos de los problemas —completé—. Iba a pedirte lo mismo —sus ojos brillaron y la comisura de sus labios se alzó.
Caminamos hasta la entrada nuevamente entrando a la casa. La música no estaba tan fuerte pero si era bastante audible. Nos encontramos con todos en el camino. No veía a Amanda por ninguna parte y supuse que estaría atendiendo a todos los invitados. Algunos comenzaron a entrar entre la multitud de gente para bailar.
—¿Qué pasa? —le pregunté y ella miraba la pista casi sin pestañear.
—No sé bailar —confesó. No me había dado cuenta que estabamos tomados de la mano y eso me hacía sentir bien.
—Vamos, yo te enseñó —ella rió casi a carcajadas.
—No, tu tampoco sabes —dijo divertida. Estaba recordando la vez que intentamos bailar en mi habitación. No me lo tomé en serio y ella se burlaba de mi. Ese día se estaba muy deprimida y lo único que quería era hacerla reír.
—Esa vez no iba en serio. Dime ¿Quieres?
—¡Danny! —gritó Amanda corriendo hacia mi, rodeandome—. Ven, vamos —continuó tomandome del brazo y me llevó hasta la multitud de gente haciendo que la perdiera de vista. Sentí una tensión al soltar la mano de mi amiga. No sé exactamente lo que sentí en ese momento. — ¿Qué? —preguntó frunciendo el ceño en cuanto me llevo hasta las escaleras de su casa para subir al siguiente piso.
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Ofelia.
RomancePara Daniel, uno de los colores más deprimentes y sombriós era el color azul. Para Ofelia, uno de los colores más bonitos y llenos de esperanza era el color azul. Daniel creía que nunca nadie lo haría cambiar su opinon respecto al color, pero cuan...