III. Alucinaciones.

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Me desperté de golpe entre sofocos. ¿A qué venía ese sueño? 

Me deshice de las sábanas y salí de la cama. Fui hasta el espejo que estaba junto a mi ventana y me asusté por la cara de muerta que tenía. No me molesté en peinarme, ya que por la ventana no entraba nada más que la luz que daba la luna, por lo que supuse que aún quedaba un par de horas -o más- para ir al instituto.

Sabía que después de aquel extraño sueño me iba a ser imposible conciar el sueño, así que cogí mi móvil que en ese momento estaba en la mesita de noche y me senté en el marco de mi ventana.

Después de tres intentos conseguí que se encendiera. Maldito cacharro, estos días lleva dándome problemas. Cuando al fin se encendió, consulté la hora. Genial, las cuatro y media de la mañana. Demasiado temprano para prepararme para el instituto pero demasiado tarde para que alguien esté despierto. 

Con un mínimo de esperanza, fui a whatsapp y miré la última conexión de Clary. Como suponía, fue hace dos horas. Suspiré y volví a depositar el móvil sobre la mesilla. 

                                                                                      *** 

-Alice. Alice. ¡Alice despierta que llegas tarde!-La estruendosa voz de mi madre me sacó de mi ensoñación.-¿Qué hacías durmiendo en el marco de la ventana?

-Hmm..¿hm?-El sueño me impedía hablar con claridad ahora mismo.

-Bueno, ya me contarás cuando estés más espabilada. Hoy tienes que coger el bus porque papá se ha llevado el coche.-Me informó mi madre.

-¿Y el tuyo?

-Bueno...

-¿Has vuelto a dejarlo seco?-Inquirí.

-Pues..sí. Pero bueno, qué más da. Luego iré a la gasolinera a comprar gasolina. Tú date prisa, que como pierdas el autobús vas a tener que ir a clase andando y no creo que te apetezca estar media hora andando hasta el instituto.

-Si no hubierais comprado la casa tan lejos...-Me quejé mientras me ponía de pie.

El haber estado durmiendo en el marco de la ventana me pasó factura. No podía girar el cuello porque me dolía, y la espalda me estaba matando. 

Me vestí como pude y bajé hasta la cocina, de dónde salía un fuerte olor a café que me produjo náuseas. 

Pasé por el umbral y mi madre estaba sentada en la mesa con una gran taza de café en sus manos, y en la silla vacía se encontraba un plato con un par de tostadas y un bote de mantequilla. Me senté justo ahí y me dispuse a desayunar. Después de darle un beso en la mejilla y despedirme de mi madre, cogí la mochila y salí corriendo hacia la parada del autobús.

Al llegar al instituto pude ver a Clary esperándome cruzada de brazos en la puerta mirando a la nada. Cuando me vio, corrió hacía mi y me dio un abrazo que me dejó sin aliento. Me gustan sus muestras de cariño, pero dado que nos vemos todos los días lo veo algo excesivo.

-Clary, para. Me estás axfisando.-Le dije como pude intentando zafarme de su abrazo.

-Eres una sosa, ¿sabes?-Dijo intentado parecer ofendida.

-Y tú un pulpo.

-Uno bien mono.-Me respondió sonriendo de oreja a oreja.

La verdad es que tenía razón. Clary era una chica inglesa, de pelo moreno claro largo ondulado. Tenía unos bonitos ojos azules y una sonrisa radiante. Si no fuera mi mejor amiga, le tendría envidia por ser así. Lo único de lo que ella misma puede quejarse de su físico es que es un tanto alta, pero por lo demás,-en mi punto de vista-es perfecta físicamente.

Sweet DespairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora