XIII. Sentimientos contradictorios.

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Christopher se apartó lentamente de mi, y se disponía a irse de nuevo con la chica o hacia la puerta de salida, no lo sabía exactamente, aunque tampoco me importaba. 

Intenté dirigir sus palabras, pero no era capaz. Sus palabras me dolieron de verdad. ¿En serio Christopher pensaba eso de mi? Y aunque lo pensase, ¿por qué tiene que haberlo dicho ahora? Algo en él había cambiado. No era el mismo chico que me confesaba con una mirada de dolor en la cabaña que tenía amnesia. No era el mismo chico que vino corriendo hacia mi casa muerto de miedo por averiguar si estaba bien o no. No, esa mirada no era de ese chico. Esa mirada era la de un demonio. 

Sé que me soltó esas palabras para que me fuera del Spectrum lo antes posible y alejarme de él. Pero mi estúpido instinto de no dejar las cosas así me hizo avanzar entre la multitud empujando cuerpos hacia Christopher. Por debajo de la música oía los gritos con la voz de Elliot pronunciando mi nombre, e insultos hacia mi persona por parte de los cuerpos que se interponían en la pista entre Christopher y yo. Todas esas cosas debería habérmelas tomado como señales de que algo ahí arriba no quería que mi destino y el de Christopher se juntasen esa misma noche pero, ¿qué voy a hacer? No puedo quedarme ahí parada como una estúpida sin pedirle explicaciones. Si él se pensaba que iba a hacer eso, es que no me conoce lo suficiente. 

Lo que me dijo me hirió de verdad, y supongo que eso debería pararme, pero aquí estoy: una chica bajita empujando a todo lo que se me ponga por delante hasta llegar a la maldita puerta trasera por la que se dirigía Christopher.

Al fin, conseguí salir e inspirar una gran bocanada de aire. Busqué con desesperación al estúpido chico de pelo negriazul por el pequeño callejón, hasta que divisé su abrigo negro a unos pasos de mi. 

Moví mis pies con las pocas fuerzas que me quedaban, y tiré con ganas del brazo de Christopher, con la esperanza de que se volviera por completo y quedase cara a cara a mi, pero lo único que logré fue que casi se cayese de espaldas contra el asfalto.

Se giró con enfado, seguramente pensando que un tipo del bar o algún macarra había sido el que casi lo tira al suelo, pero al verme a mi toda su cara se convirtió en desconcierto. 

-¿Qué demonios? ¿Qué quieres? ¿No te bastó con lo de antes y quiere que te digas más cosas?-Se limitó a decir. No sabría decir por qué, pero evitaba en todo momento mirarme a los ojos. Su mirada era nerviosa, mirando cualquier parte de mi cara pero sin mantener los ojos. ¿Seguiría teniendo esa mirada de demonio? No podía descifrarlo, ya que el contacto visual se me hacía imposible por su culpa.

-¿Qué quieres que hiciera? No entiendo por qué de repente te comportas así. ¿Se puede saber qué demonios te pasa?

-¿Que qué me pasa a mí? ¡Eres tú la que se ha metido en un bar dónde le puede pasar cualquier cosa con un tío que no s...-De repente, dejó de hablar.

-¿Con un tío que qué Christopher? Al menos él se ha portado bien conmigo, aunque yo he sido una irrespetuosa dejándolo allí sólo con la mandíbula como la tiene, pero claro, si tú no le hubieras metido el puñetazo nos hubiéramos ahorrado todo esto.

-¿Vienes aquí sólo para echarme la bronca porque le he metido un puñetazo a tu "amiguito"? -Preguntó, cruzándose de brazos y apoyándose a la pared.

-No. Vengo porque quiero saber por qué t- .-Puso su mano sobre mi boca con tanta fuerza que pensé que estaba tratando de asfixiarme. 

-Me cago en la...-Aflojó su mano a la par que puso uno de sus dedos sobre sus labios, a modo de decirme que me callase. Después, se irguió, metió sus manos dentro de los bolsillos de la chaqueta y se quedó inmóvil mirando hacia la nada.

Sweet DespairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora