VI. Control.

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Andaba entre un mar de gente, con la única guía del pelo negro que lograba distinguir entre las miles de cabezas que debería haber allí dentro. Me sentía aturdida, y el muro de gente a mi alrededor, el olor a alcohol, tabaco y la música a todo volumen -que penetraba en mis oídos haciendo que estos vibren- provocaban un aura sofocante, haciendo que mis ganas de salir de allí incrementasen más y más.

Había perdido el rastro de Christopher, pero ya no podía -ni quería- volver adentro, por lo que me encaminé yo sola, empujando cuerpos, hasta la salida.

Cuando al fin logré salir del Saint Patrick, tuve que apoyarme en la primera pared que encontré e inhalar unas cuantas bocanadas de aire, ya que la sensación asfixiante seguía en mi pecho y amenazaba con hacer que perdiera el conocimiento si no lograba respirar. 

Me quedé allí un par de minutos, con la cabeza gacha y los ojos cerrados. Bien, había salido de allí porque el estúpido de Christopher me dijo que lo hiciera, y ahora él se había ido y no sabía qué hacer. No pensaba volver adentro, ya que no quería volver a pasar por ese momento tan agobiante. Repasé mis opciones: puedo llamar a Clary, pero dado que la música estaba tan alta dudaba que lo oyera, y lo mismo pasaría si le enviase un mensaje. Por aquí no pasaba ningún autobús, y dado que no tenía coche, tendría que ir andando hasta casa.

Me puse derecha y comencé a andar hasta la salida del parque. No me gustaba andar sola por la calle, pero no me quedaba otro remedio. Cuando llegue a casa, le mandaré un mensaje a Clary diciéndole que no me espere y..

Una mano se aferró a mi muñeca, obligándome a frenarme en seco. Me di la vuelta y ahí estaba él.

-Ey bombón, ¿por qué te escapas?-Christopher estaba aferrándome de la muñeca, y por el movimiento de sus hombros, parecía que había hecho una buena carrera hasta llegar hasta donde yo estabas.

-No me escapo.-Dije, intentando zafarme de su mano.-¿Puedes soltarme?

Sonaba muy borde, pero me daba igual. Cuando al fin se soltó, continué.

-Y dios, deja de llamarme así.

-Mmm..-Se llevó la mano a la barbilla.-¿Prefieres cielo? ¿Cariño?

-Bah, esta conversación es estúpida.-Me di la vuelta y seguí caminando, pero notaba la presencia de Christopher detrás mía.

-Me prometiste que vendrías conmigo, ahora no vas a dejarme solo, ¿no?

Me paré y le encaré.

-Se supone, pero cuando salí te perdí la vista. Así que como tú fuiste el primero en irte, yo ahora puedo hacerlo.

-Te equivocas.

-¿Cómo?-Pregunté, sin intender a dónde quería llegar.

-Es cierto que me fui, pero es que no quería perder esto.-Se metió las manos en los bolsillos y sacó dos tarjetas pequeñas de plástico de color naranja fosforito y me las enseñó sonriente.

-Y...eso...¿qué se supone que es?-Sé que es una pregunta estúpida, ya que estaba claro que eran tickes para una atracción, pero éso mismo era la último que quería oír. No soy muy amiga de las alturas, en general.

-Para poder montar en eso.-Su brazo señaló en dirección hacia la montaña rusa más alta de todo el parque.

-No pienso montarme en eso. Ni de coña. Olvídate.-Dije, aterrada. No me montaría en esa atracción por nada del mundo. Nunca.

-¡Pero si es la mejor atracción de todas!-Se quejó.-Un momento, ¿no será que tienes miedo?-Una sonrisa maliciosa asomó por su rostro. De alguna manera, él sabía que me daba miedo las alturas. Y sabía que yo no pensaba darle la razón.

Sweet DespairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora