IX.Confesiones.

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Avanzamos por la carretera bajo un atardecer que parecía sacado de esas típicas fotos que encuentras en las páginas web de fotografías artísticas. El BMW i8 iba a toda velocidad, esquivando coches a su paso y haciendo que mi corazón se parase cada vez que casi nos estampábamos contra uno o un árbol.

Habíamos salido del centro de la ciudad, y ahora íbamos por una carretera por donde desde el lado del copiloto podías divisar la playa, y al otro veías la gran extensión de bosque y maleza que llegaba hasta donde alcanzaba la vista. Christopher había puesto un disco del que desconocía el cantante, y lo había subido a todo volumen. El ambiente de la carretera y la música era agradable, pero sentía un nudo en el estómago a medida que nos alejábamos más y más de la ciudad.

¿Había hecho mal montándome en el coche con él? Sabía de buena manera que Christopher no era un chico de fiar, y agradecía a que todavía faltase un día para que mis padres volvieran, porque si se enterasen de que ando montándome en coches de desconocidos y dejo que me lleven a vete tú a saber dónde estaría castigada de por vida. 

El coche fue reduciendo la velocidad poco a poco hasta que se paró en seco. Christopher le dio un golpe al volante y soltó un taco.

-¿Qué pasa?-Dije cuando vi que se bajaba del coche y abría el motor. Al ver que no respondía, me apeé del vehículo yo también y fui hasta la parte delantera del coche.-¿Me has oído?

-Mm...el motor está bien.-Ignoró mis palabras, cerró el capó y revisó la barra de la gasolina.-Genial.

-Gracias por ignorarme.-Me quejé. 

-Bombón, nos hemos quedado sin gasolina.-Me informó mientras se apoyaba en el capó y me miraba arqueando las cejas.

-Eso he podido verlo pero...¿no tienes algo de repuesto?

-Nada. 

-Y...-me temía lo peor.-¿La gasolinera dónde está?

-Lejos. Estamos en mitad de la autopista, ¿dónde piensas tú que puede haber una?

-¡Yo que sé! ¡Esto es por tu culpa! ¡Si no fueras corriendo como un loco por la carretera no te hubieras quedado sin combustible tan pronto! ¿Ahora qué hacemos? ¡Estamos en mitad de la nada! ¡Eres idiota!-Grité todo eso dando vueltas en circulo sin pararme a mirarle a los ojos. El hecho de pensar que me quedaba sola en mitad de la carretera sin manera de volver o de seguir hacia adelante me agobiaba y hacía que me entrasen ganas de coger a Christopher y estámparlo contra el asfalto por no pensar en las circunstancias y no revisar la cantidad de gasolina que le quedaba en el motor antes de salir lanzado como un loco a la carretera.

Me senté en el borde que separaba el asfalto de la cuneta, y agaché la cabeza. Oí los pasos de Christopher acercándose hacia mi, y luego vi por el rabillo del ojo como se sentaba a mi lado. 

-Tranquila, no te pongas así.-Estaba sentado con las piernas estiradas y el cuerpo echado hacia atrás, totalmente relajado.-¿Sabes? Cuando te enfadas se te pone la cara muy roja y te sale una voz de pito increíble. Estás muy graciosa, no sé si compararte con un tomate o con un loro.

Le fulminé con la mirada ante su comentario. Christopher sonrió, se puso en pie y comenzó a caminar hacia la playa desierta que teníamos ante nosotros.

-¿A dónde vas?

-A la playa. A andar un rato. O jugar con el agua. Total, no podemos movernos y tengo calor, ¿vienes?

-No, gracias.-Respondí secamente. Christopher se encogió de hombros.

-Tú misma. Pero te aviso que en ese bosque hay lobos. No me gustaría ser tú si me encuentro con uno despistado y hambriento. Buena suerte y pásatelo bien con mi coche sola.

Sweet DespairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora