VIII. Secretos.

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A medida que iba acercándome a la entrada el corazón me palpitaba más y más rapido. ¿Qué podría haber allí dentro? La incertidumbre me comía por dentro y sólo quería resolver mis dudas.

Pasé junto a los chicos con paso ligero y la cabeza gacha cuando una voz familiar dijo mi nombre. Me giré hacia la voz, y uno de los chicos que estaban fumando se acercó hacia mi con expresión sorprendida.

-¿Elliot?-Pregunté. No me imaginaba que un chico como él rondase por los mismos lugares que Michael.-¿Qué haces aquí?

-Podría preguntarte yo lo mismo, ¿no?-Respondió tirando la colilla al suelo y apagándola con el pie. La verdad es que llevaba razón.-¿Qué te pasó el otro día? Estuvimos buscándote por todas partes, pero no aparecías ni respondías al teléfono. Me preocupé mucho.

Noté el calor en subiéndome por mis mejillas y recé porque no lo notase. Maldita tez blanca.

-Lo siento, mi móvil murió y no pude llamar a Clary.-Me excusé.- Estaba agobiándome con tanta gente y el humo y tal, y tuve que salir a tomar aire. Luego no pude volver a entrar, por lo que cogí un bus y volví a casa.-Mentí. Bueno, realmente es la verdad, sólo que un poco maquillada. No le veía la necesidad de contarle que fui con Christopher y tal. 

-Vaya. Pero podrías haberme avisado y te hubiera llevado a casa encantado. No hacía falta que te gastases el dinero en un autobús.-Sonrió.

-Lo tendré en cuenta la próxima vez.-Dije devolviéndole la sonrisa.-Bueno, tengo que irme, ya hablaremos.-No quería entretenerme más tiempo en entrar. No sabía el tamaño que podría tener el local, pero si era grande -o estaba lleno de gente- seguramente perdería de vista a Christopher, y no había estado siguiéndole para que luego no supiera donde estaba.

-¡Espera!-Gritó para que parase. Llegó a las escaleras de la puerta y se paró frente a mi.- Toma esto.-Me tendió un papel. Lo abrí y en éste estaban garabateados unos números.-Es mi número de teléfono. Déjame una perdida o un mensaje o algo para tener el tuyo. Me gustaría..-Dijo llevándose la mano a la nuca.- estar en contacto contigo.

-Claro.-Dije guardándome el papel en el bolsillo.-Descuida, cuando llegue a casa te llamaré.

Iba a decirme algo más, pero abrí la puerta y entre antes de que pudiera seguir.

El sitio era exactamente como me lo imaginaba. No muy grande, la única iluminación eran las luces multicolores que desprendían las pequeñas lucecitas colgadas del techo. La música estaba a todo volumen, y sólo se podía ver cuerpos moviéndose al son de la música que producían el grupo situado en un escenario a la izquierda del local. El aire estaba contaminado por el humo de los cigarrillos y vete a saber qué otras sustancias fumables, y el olor a alcohol era apreciable.

El local era claramente frecuentado por gente que no era de mi estilo. Todos vestían con ropas de cuero, llevaban mínimo cinco tatuajes, y tenían el pelo teñido de colores. Yo desencajaba con todo ello: llevaba simplemente una camisa color rosa pastel y una falda de vuelo. Nada de cuero y tatuajes, así que veía normal que los pocos que se fijasen en mi me mirasen con cara de "¿Qué pinta esta chica aquí?" 

Escruté el local buscando a Christopher. No estaba en el escenario, ni tampoco lograba distinguirlo entre la multitud que bailaba al son de la música. Tampoco se encontraba en la barra. ¿Se habría marchado mientras hablaba con Elliot?

Pero de pronto vi salir de los baños de empleados a Christopher sin la sudadera negra, dejándolo así con unos pantalones negros ajustados y una camiseta blanca. Se acercó a la barra, sin darse cuenta de que yo estaba cerca, y saltó por encima colocándose donde el camarero. Saludó a unos cuantos que se encontraban allí y empezó a secar unos vasos.

Sweet DespairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora