En la ventana

288 22 7
                                    

Recuerdo cuando te vi por primera vez.
Estabas sentada ante la ventana del segundo piso, mirando hacia el cielo fijamente.
Parecías una muñeca de porcelana, con tu pelo castaño robando destellos de cobre a la luz del sol.
Yo pasé por ahí, y deseé verte también al día siguiente.

Tu casa era un poco triste, sin un atisbo de la belleza exterior que tú lucías. Y la forma anhelante en la que mirabas el atardecer me penetraba y me hacia añicos el alma.
Tres días seguidos te vi. Tres días seguidos contemplé tu semblante triste y compartí tu dolor. Que, aunque desconocía, lo hice mío.

El cuarto día pasé junto a Jean, mi compañero de vida y de aventuras. Y sin poder evitarlo, comenté:
-Ahí vive una chica.
-La he visto -me dijo y miró a la ventana vacía y entreabierta-. Tendrá alguna enfermedad. Mira nada más ese lugar. Da miedo.

Eso explicaba por qué sólo veías al cielo sin parpadear.
¿Se te había perdido algo entre las nubes?
Medité mucho en eso.
Era duro pensar que tal vez allí estaba tu cordura.

La siguiente semana, para serte sincero, no pensé mucho en ti.
Sí pasé por debajo de tu ventana (debía hacerlo para llegar a la oficina) y miré, buscándote, pero ya no tenía esperanza de que miraras hacia abajo y me sonrieras. Tal vez el comentario de Jean te había alejado un poco de mi mente.
Sin embargo, creo que no estaba preparado para verte cuando, una semana más tarde te asomaste a la ventana, rígida, y te dirigiste a tu sillita. Te saludé con la mano y me ignoraste.

Eso confirmó mis sospechas. Tal vez no podías comunicarte como la gente normal.
Tal vez sólo no me viste.
No sé.

Pero con cada gesto, cada día que pasaba y te buscaba con la vana esperanza de verte alzando la vista al cielo como un ave al que le han cortado las plumas, cada vez que veía el reflejo de tu pelo castaño a la luz del rojo sol tropical, me inquietaba y un anhelo se abría paso en mi interior como una cuchilla ardiente.

¿Quién eres?
¿En qué piensas?
¿Por qué estás tan sola?

A primera vistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora