A primera vista

Alma

Me llamaste a media noche. Me pediste disculpas por despertarme, pero al igual que yo no eras capaz de conciliar el sueño.

Después de haber compartido el mismo aliento no habíamos vuelto a vernos y ninguno podía parar de pensar en el otro.

—Perdóname por no ir a visitarte, he tenido mucho trabajo.
—Está bien, Alex. Sé que no puedes venir cada día.
—Aunque la verdad me gustaría muchísimo. —te reíste con dulzura del otro lado de la línea.
—Ya sé sobre qué escribiré. —me confesaste con una notable alegría en tu hermosa voz.
—¿Si?
—Pero aún es un secreto. Y voy a necesitar tu ayuda.
—Excelente. Estoy ansioso por conocer tu historia. Ha de ser muy bella, como tu.
—Oye, si sigues hablándome así voy a terminar por creerlo.
—¿No lo crees? Eres la mujer mas hermosa del mundo, Nirelle. Y no tienes que verte para comprobarlo. Tu alma es prueba suficiente.

En ese momento no lo supe, pero un par de lágrimas se habían deslizado por tu mejilla.
Eras feliz con tan solo eso.
Que triste debió haber sido tu vida hasta entonces.