Capítulo 11

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El sonido de la música de Dafne hace que me despierte sobresaltada, cojo el móvil para mirar la hora y me doy cuenta de que son las 12:30 del mediodía. No entiendo por qué no me ha sonado el despertador, por lo que me meto en la alarma del móvil y, compruebo que no estaba puesta. Froto mis ojos y me levanto poco a poco de la cama, levanto la persiana y, acto seguido salgo de la habitación para ir a tomarme el cola-cao mañanero.

- ¡Buenos días! O bueno, más bien, buenas tardes. - ríe mi amiga detrás de mí.

- ¡Buenos días! Sí... Yo pensaba que puse la alarma anoche, lo prometo.

- Sí, sí, sí...

- En serio pero, ya vi que no. - río.

- No te preocupes, suele pasar. - dice dando unas palmaditas en mi espalda mientras me tomo el desayuno. - ¿Dormiste bien?

- Sí ¿tú?

- También aunque, si te digo la verdad, estoy nerviosa por haber quedado esta tarde con Leo. - dice y la miro rápidamente.

- No te preocupes, no va a pasar nada... Más vale que ésta vez te mantengas firme y no caigas en su juego.

- Lo intentaré... Bueno y, ¿tú no estás nerviosa por haber quedado con Iam?

La verdad es que no me había vuelto a acordar de ello pero, en cuanto mi amiga me lo ha recordado, un manojo de nervios ha aparecido en mi estómago quitándome el hambre rápidamente.

- Un poco. - confieso.

- Normal, yo también lo estaría... - sonríe maliciosamente.

- Sólo iremos al conservatorio Dafne, nada más.

- Claro, claro, eso es lo que tú piensas o quieres pensar. - ríe y me sonrojo al instante. - Bueno, ahí te quedas, voy a ir preparando todas las cosas para esta tarde. - añade y desaparece de la cocina.

Termino mi desayuno y regreso a mi cuarto para escoger atuendo para hoy cuando, me acuerdo de que no he hablado con mi familia en todo el fin de semana, por lo que dejo rápidamente lo que estoy haciendo y me dispongo a llamar a mi madre.

Una hora y poco después, cuelgo la llamada y me fijo en que es la hora de comer, por tanto, vuelvo a posponer mi vestuario y decido hacerme unos spaguettis con tomate, atún y huevo cocido para comer.

- ¿En serio vas a comer pasta y no me has dicho nada? ¡Vaya amiga! - exclama Dafne entrando en la cocina.

- ¿Quieres comer spaguettis también?

- ¡Pues claro! Además, no sé qué hacerme... Mañana tenemos que ir a comprar.

- Vale, no hay problema, ahora echo unos pocos más. - digo sacando el paquete de nuevo del pequeño armario.

- Pero cámbialos a una cazuela más grande ¿no? Que no te van a entrar.

- ¿Qué más da? Que si entran verás.

- Stella, tienes que echar más agua para que cuezan y va a rebosar... - dice riendo mientras echo más spaguettis.

- Trae un vaso de agua lleno, por favor.

Echo el agua poco a poco en el cazo para no verter nada y, pongo una tapadera encima de éste.

- ¿Ves como sí entraba? - río.

- Verás cuando empiece a cocer, vamos a comer spaguettis de dos formas: medio deshechos y sin cocer apenas.

- ¡Pues muy ricos! - sigo riendo y siento cómo un dolor abdominal comienza a hacerse presente en mi cuerpo.

La Dulce Melodía del DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora