El resto de la cena transcurre en silencio. El pollo con salsa de tomate y queso mozzarella estaba delicioso y, de postre hemos comido un helado de straciatella.
- ¿Me trae la cuenta, por favor? - le pide Iam a la camarera.
- Ahora mismo. - sonríe ésta y se aleja de nosotros.
Hago caso omiso a la situación y me quedo mirando a una niña que está jugando con un muñeco, cerca de nosotros.
- ¿No vas a decir nada en lo que queda de noche? – me pregunta.
Decido no responder para que experimente lo que se siente al estar hablando con una estatua y, suspira.
- Aquí tiene. - dice la camarera dejando un platillo de madera oscura con el ticket encima de la mesa.
Iam echa un vistazo al trozo de papel y decide pagar con tarjeta.
- Venga conmigo, por favor. - responde la chica.
- ¿No puedo pagar aquí? – pregunta mirándome.
- No, señor, el datafono está fijo en la barra y no puedo traerlo. - dice nerviosa.
- Está bien... - suspira. - Ahora vuelvo. - me dice y asiento.
¿Que la máquina está fija en la barra? Menuda escusa más mala ha puesto la señorita para estar más tiempo con él, al menos ha hecho lo posible para no tener que ir...
Los sigo con la mirada hasta que desaparecen del comedor y, en ese momento recuerdo sus palabras y el beso en el patio trasero. Siento que el enfado se va desvaneciendo poco a poco y espero que no tarde mucho en volver pues, necesito ir al baño a retocarme el maquillaje antes del baile.
Sí, bailaré con Iam.
Cinco minutos después sigo esperando en la mesa. ¿Dónde se ha metido? Tanto no se tarda en pagar...
Decido mandarle un mensaje pero, el móvil lo ha dejado encima de la mesa, por tanto, no me quedan más opciones que ir a buscarle. Recojo todas las cosas de la mesa y salgo del comedor por el mismo sitio que ellos.
El pequeño bar en el que está la famosa barra del datafono también es muy acogedor. Ésta se encuentra justo enfrente de la puerta del comedor, detrás del mostrador tiene una cristalera llena de botellas con luces de color lima y, el resto de la sala cuenta con varios sofás morados alrededor de pequeñas mesas de madera oscura. Tienen música ambiental de fondo.
Localizo a Iam sentado en un taburete morado de la barra con las manos en el pelo en un gesto desesperado y, al dar un paso, el sonido de mis tacones se alza por encima de las conversaciones inaudibles de las personas. Iam se gira para encontrarse conmigo y veo que suelta un leve suspiro. Cuando llego hasta él, pasa su brazo por mi cintura pegándome así a su cuerpo y besa suavemente mi pelo.
- ¿Por qué tardas tanto? - pregunto en bajo pues, todas las personas están hablando casi en susurros.
- El datafono ha decidido irse de fin de semana con mi tarjeta... - responde. - ¿Has cogido todo lo de la mesa?
- Sí, aquí tienes tu móvil. - digo entregándoselo. - Iba a mandarte un whatsapp pero estaba encima de la mesa, así que, decidí venir.
- No pasa nada. - le veo sonreír.
- ¿Cómo vas a pagar entonces? - pregunto.
- No lo sé...
La camarera se acerca a nosotros y, la sonrisa se le borra de la cara al verme junto a Iam.
- No quiere soltar la tarjeta, me temo que hasta el lunes no podremos hacer nada...
- ¿Entonces? - pregunta Iam.
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La Dulce Melodía del Deseo
أدب المراهقينDebo ser una rara especie en el mundo: 23 años, virgen y a punto de terminar mi carrera musical. Por fin me han admitido en el conservatorio de Florencia (Italia) y, cuando he comenzado a colocar lo que será mi futura habitación, mis ojos han ido di...