➻ Doce años antes; lutteo

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—Dale Luna, cuenta hasta diez.

—Nina yo no quiero jugar a eso —hizo un puchero.

—¡Será divertido!

—¿Qué tiene de divertido contar números? No me gustan —arruga su nariz.

—Luna...

—¡Ya, ya! Está bien —apretó sus labios, se giró y comenzó a contar... o eso intentaba— dos, tres, cuatro, cin...¿co?, siete, seis y ¡diez!

Nina rió y se puso al lado de su amiga.

—Oye tú, ¿No deberías estar escondida? —frunció su ceño.

—Luna, contaste mal. Recuerda, uno, dos, tres, cuatro, CINCO, seis, siete, ocho, nueve y diez.

Luna la miraba atónita.

—Hey, que a ti te gusten los números no es mi culpa.

—Que vos seas despistada y olvidadiza tampoco es la mía.

—¿Qué? Yo no soy despi... ¡mira Nina una mariposa blanca! —una gran sonrisa apareció en el rostro de la pequeña Luna. La mariposa se perdió de vista y fue cuando reaccionó— ¿Qué decía? —Nina rodó sus ojitos.

—Olvidalo, amiga. Así de despistada te quiero.

—Yo también te quiero —rió risueña Luna para después abrazarla.

—Bueno, Lu me tengo que ir. —Nina se separó con una sonrisa de Luna. Corrió hasta donde su mamá la esperaba.

—¡Adiós, Nina! —gritó despidiéndose de ella con la mano. Suspiró cuando vio el carro blanco alejarse.

Se giró para comenzar a buscar a su mamá, pero al hacerlo chocó con una persona.

—Fíjate por donde andas.

—P-perdón Benicio, fue sin querer. —el niño moreno la miró mal, una sonrisa nada amigable apareció en su rostro.

—No te preocupes, Lunita. —Jaló el rizado cabezo de Luna. Ella dio un chillido de dolor.

—¡Benicio, sueltamente! ¡Me duele! —lloriquea.

—¿Por qué tendría que hacerlo? Solo sos una nena llorona que solo sabe hacer eso, llorar. —volvió a halarlo solo que con más fuerza.

Luna comenzó a llorar. Benicio molesto la empujó haciendo que Luna cayera hacia atrás.

—Basta, por favor. —sollozó.

—¿Qué es lo que harás? no hay nadie aquí para defenderte, boba. —se agachó volviendo a jalar su cabello.

—¡Oye! Luna te dijo que la dejaras en paz. —un pequeño Matteo apareció con su ceño fruncido. Luna sollozó. Con sus manitas secaba sus mejillas rosadas.

—Uy, ya llegó el heroe. —Benicio rodó sus ojos y miró mal a Matteo. El pequeño de cabello ruloso (o chinito, como Luna le decía) cruzó sus brazos.

Recordó como su mami le dijo que maltratar a una mujer no está bien, y eso es lo que el molesto de Benicio hace. Está molestando a una de sus amigas, la mejor, mejor dicho.

—¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño? —miró a Luna con una pequeña sonrisa— sin ofender, Lu.

Luna frunció su ceño, ¿Qué le habrá querido decir?

Benicio al verlo distraído se acercó para darle un empujón y tirarlo al paso. Luna abrió sus ojos alarmada y miró a los lados para pedir ayuda, pero no había nadie. Matteo le tiró el primer golpe en el estomago, después Benicio en su cara.

—¡No! ¡Matteo, para! —Luna se levantó asustada y corrió a ellos tratando de separarlos. Lo que recibió fue un golpe en su mejilla. Apretó sus ojitos con fuerza tratando de no llorar. Matteo empujó a Benicio y se acercó a Luna preocupado.

—Luna... perdonáme, no fue mi intención, yo... —tocó la mejilla de la niña, pero la apartó cuando ella soltó un quejido.

El otro italiano, nervioso, salió corriendo de ahí.

—En serio perdón... —murmuró Matteo. Luna abrió sus ojitos y al instante lo abrazó. Le dio las gracias por averla salvado, defendido, de el insoportable de Benicio. Y le compartió dos de sus galletas.

Mira que si Luna Valente te comparte de sus galletas es por que eres una persona súper hiper mega especial para ella.

Además a Matteo le gustan esas galletas.

Doce años después —

—¡Matteo Balsano! ¿me quieres decir quién te dio de MIS galletas? —Luna alzó sus cejas esperando una respuesta por parte del italiano.

—Pues... —salió corriendo de las gradas de la pista, Luna corrió tras él. Matteo se escabulló por los loquers sentándose en el silloncito de ahí.

Comenzó a comer desesperado, sólo quedaron dos de seis galletas y Luna apareció cuando se echó la tercera a la boca. Chilló.

—No, ¡esas son mis galletas! ¡Matteo! —se apoyó en los loquers viéndolo con un puchero.

—Tranquila, galletita. Vení que te doy tres. —se hizo a un lado dejándole espacio.

—¿Cómo me vas a dar tres si solo quedan dos? —frustrada se dejó caer en el sillon.

—Te doy las dos galletas y... —se acercó un poco más a Luna— un beso.

—Un beso no se puede comer y yo tengo hambre.

—Pero si saborear. —ronroneó coqueto. Luna lo miró con una ceja alzada y cruzó sus brazos.

Matteo, el chico universitario de 19 años, estaba coqueteando con ella. Aunque es normal en él y más por que es su novia.

—¿Qué? ¿Acaso no querés un beso mío?

—Yo quiero mis galletas. —hizo un puchero.

—Bueno, dale. Te doy las galletas pero vení, paráte aquí un momento. —levantó a Luna colocándola frente a él. La diferencia de altura es re obvia. Luna es muy bajita que solo le llega a el pecho de su novio. Matteo adora eso.— Cerrá los ojitos un momento.

—No no no no —conocía muy bien las intenciones de Matteo. Lo conoce tan bien.

—Hey, confía en mí. —tomó los codos de ella entre sus manos brindándoles pequeñas caricias. Luna suspiró y con una sonrisa los cerró. Matteo se acercó a ella un poco mientras contaba. Analizaba su rostro mientras contaba, sus labios y ojos cerrados, sonrió y pensó en la buena golpiza que le dará Luna.—... y, tres. —terminó de contar, se inquina un poco y choca sus labios con los de ella.

Luna sonríe, pues ya sabía lo que haría, y aún así le sigue el beso tomándolo por sus mejillas. Esperaba que nadie viera esto por que si no quedaría más roja que un jitomate.

—¡Ay, pero que lindo, chicos! —la voz chillona de Jazmín hizo que se separaran sobresaltados.

Muy bien, ahora si Luna estaba súper roja. ¡Chin! Ahí está Nina quien la mira con una sonrisa pícara. Escondió su rostro en sus manos.

Matteo miró con una sonrisa tierna a Luna. No podía creer aún que doce años antes, cuando tenían siete y seis, comenzara todo para él. Le gustó Luna desde un instante y hasta ahora eso no se ha ido, al contrario, es como si creciera más y más su amor por ella.

Adoraba tenerla a su lado.

Y también adoraba quitarle sus galletas para comerse cuatro de seis y solo darle dos a su Luna. Era divertido y hambriento.

❧| One Shots; lutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora