➳ Primicia para el Ja-Jazmín; lutteo

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Al fin la pareja del momento había aceptado hacer la entrevista que Jazmín les había propuesto.

Claro, aún la ex pelirroja no olvidaba la entrevista que supuestamente ambos de sus amigos iban a darle hace cuatro años cuando habían vuelto a intentarlo... Sí, cuatro años y Jazmín aún no lo olvida.

Por eso es que insistió tanto en tener una entrevista Lutteo en su canal por streaming y sin censura. Lo que había puesto los pelos de punta a la mexicana por los nervios en qué es lo que les preguntarán aquellas personas.

El sin censura dice mucho, claro está.

Luna caminó de un lado a otro jugando con sus manos y mordiendo su labio nerviosa. Se encontraba ansiosa esperando a su novio y a su amiga. Él había ido por dos botellas de agua para calmarla y ella, Jazmín, aún no llegaba al jardín de la mansión donde los tres quedaron en verse.

La mexicana se deja caer en la hamaca tejida blanca que se encontraba atada en la gruesa rama de un árbol. Confiaba en que esa cosa no se rompería y ella no se caería de sentón.

Se deja caer hacia atrás y cierra sus ojos. Comienza a mecerse levemente relajándose por completo.

El leve aire acaricia su cabello castaño corto y ondulado despeinándolo un poco. Suelta un suspiro cuando el sueño llega a ella.

No te duermas, Luna Valente. Pensó, abriendo sus ojos captando al instante en su campo de visión las hojas verdes, brillantes por el sol. Sin saber porque, una pequeña sonrisa se forma en sus labios.

—Espero que esa sonrisa sea por mi.

La voz de su novio la hizo rodar los ojos sin borrar su sonrisa.

Luna se sentó de golpe en la hamaca al sentir como Matteo se tiró en ella con algo de brusquedad.

—¡Matteo! Pudimos haber caído. —lo regaña dándole una mala mirada.

—Amor esta cosa resiste un montón, no te preocupes, ni qué estuviera tan gordo. —dijo divertido, colocando un brazo atrás de su cabeza y el otro en su pecho.

—Ah, pero bien que comes.

—Mi grasa se convierte en músculo. —guiña y sonríe de costado mirándola.

Luna no dijo nada al respecto pues era verdad. El patinaje y el gimnasio habían echo de él un hombre de veintiún años guapísimo. ¿Y qué decir de Luna? Sus piernas, cadera y cintura eran de otro mundo. Definitivamente el patinaje era mágico en todos los sentidos.

Sus pensamientos se nublaron cuando sintió la mano del italiano en su brazo tirándolo hacia su cuerpo. Literalmente cayó en su pecho.

—¡Oye! —se quejó, dando un leve golpe en la parte donde había caído ganándose una risa por parte de él.

—No es mi culpa que andés de distraída. —sonríe ante la mirada fulminante de su tierna novia— Yo estaba hablándote pero vos estabas allá arriba en las nubes.

Se quedó en silencio sintiendo las caricias de él en su cintura, en su suave piel gracias a que cuando Matteo tiró de ella hacía él la blusa de encaje amarillo pálido se levantara un poco.

Y es ahí cuando Balsano aprovecha de la situación para acariciarla.

Ambos se miraron fijamente por unos segundos hasta que Luna elevó la mirada a la rama. Matteo la abrazó por su cintura observando sus movimientos y gestos. Sonrió cuando la vió arrgurar su nariz.

—¿Seguro que esto no se cae? —murmura sin dejar de ver la rama a la que la hamaca estaba atada a la perfección.

Matteo hizo un sonido de negación. Lamió sus labios acomodando mejor a su novia sobre su pecho.

❧| One Shots; lutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora