➳ Universitaria despistada; lutteo

2.1K 142 120
                                    

Dos meses después de mi cumpleaños número dieciocho y ya hoy, por fin, estoy entrando a la universidad.

¿Qué si estoy nerviosa? Sí.

¿Qué si no dormí bien? Sí.

¿Que si mi corazón está a nada de salirse de mi pecho? Sí.

¿Que sí no paro de caminar de un lado a otro como loca? Por supuesto.

¿Qué si no paro de hablar rápido sin que se me entienda alguna palabra? ¡Claramente que sí!

Y es que mis manos también están sudando de tanto nervio que me cargo. No tengo sueño a pesar de no haber dormido como comúnmente lo hago. Tampoco tengo hambre y ni mucho menos puedo mantenerme callada.

Hace una semana atrás que Nina se fue a Oxford a cumplir su sueño. Estoy triste por su ausencia, pero muy feliz porque estará haciendo lo que más ama y en dónde tanto deseó. Jim entró a una escuela de baile convenciendo a su mamá de que era lo mejor para ella y su futuro. Mientras que Yam también logró entrar a una escuela de música, dónde al salir le darán una oferta grande, que aún no le dicen cuál es. Estoy súper feliz por cada una de ellas.

Pero ahora... ahora no paro de pensar en si haré algún oso siendo nueva.

¡Y es que mi cabecita terca no para! Cierro mis ojos y me veo tirada en los pasillos de la universidad, y bueno, con lo torpe que soy, no cabe duda de que probablemente y me pase.

¡No Luna! Eso NO va a pasar... Espero. Muerdo mi labio inferior mirando fijamente la pared de la sala de la mansión.

Suspiro. Inhalo y exhalo una y otra vez sin siquiera abrir mis ojos. Y mi pierna no para de moverse nerviosamente.

Una mano se coloca en mi rodilla, está calientita pero aún así me hace sobresaltar en el sillón. Abro mis ojos rápidamente encontrándome con un Matteo mirándome con diversión.

—Chico fresa... —balbuceo.

—Hola, mi hermosa chica delivery. —toma mi mano entre la suya llevándosela a sus labios dejando un beso ahí, para después volver a mirar fijamente mis ojos— ¿Síndrome del primer día de colegio? —sonríe de costado, sentándose a mi lado y rodeándome con sus brazos para estrechárme contra su pecho.

Suelto un pesado suspiro y asiento haciendo un puchero.

—Sí. —respondo como niña chiquita— Neta me siento muy nerviosa.

—Hey, lo harás bien. —me anima suavemente, separándome de su pecho para recorerme con su mirada café— Hoy estás muy hermosa.

Su comentario hizo que me sonrojara. Sonrío mordiendo mis labios y bajando la mirada.

En serio que aún no puedo acostumbrarme a esto. Matteo me hace sentir diferente. Me hace sonrojar y querer besarlo de la nada. Tampoco puedo puedo evitar estar lejos de él porque a los minutos ya lo estoy extrañando muchísimo.

Ni qué decir cuando saca a la Luna coqueta y juguetona que llevo en mi interior. Cuando él comienza a coquetearme, yo no puedo evitar seguirle el juego y terminamos coqueteándonos mutuamente junto con algunos besos y caricias inocentes.

—Bueno, gracias, chico fresa, —digo con lentitud y lo miré a través de mis pestañas aún sonrojada. Él me sonrió y acercó su rostro al mío.

Sonrío al ver lo que quiere hacer y al instante alzo mi cabeza hacia él, pero justo cuando estábamos por besarnos, el grito de mi mamá llamándome nos hace separar.

Esto de interrumpirnos se está haciendo costumbre. Pienso mientras frunzo mi entrecejo y me pongo de pie dándole la espalda a Matteo.

—¿Sí, mamá? —respondo, mirando hacia la cocina. Aunque no la veo, sé que viene hacia acá por el sonido de sus zapatillas.

❧| One Shots; lutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora