➳ Entrenamiento; lutteo

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—Chico fresa, necesitamos tener estos pasos para el viernes. —le recordó la mexicana, mientras se abrochaba su casco.

Matteo dejó de abrochar sus patines para mirarla y sonreír.

—Chica delivery, sabés que los tendremos para mañana. No tenés de que preocuparte. —encoge sus hombros, dándole poca importancia, para volver a amarrar las agujetas de sus patines. Ella lo mira entrecerrando sus ojos una vez lista.

—¿Y si a la mera hora se nos olvida algo?

—Improvisamos. —respondió con obviedad y simpleza.

—¿Y si esa improvisada nos sale mal? —arquea una ceja, cruzando sus brazos.

El italiano se pone de pie acercándose a ella y colocar sus manos en sus brazos, brindándoles caricias con sus dedos.

—Dale, amore. ¿De qué te preocupás? —le dijo, acercando su rostro a el de ella hasta rosar sus narices— Sabés que nos irá muy bien. ¿Dónde quedó mi Luna optimista, uh? —habló con su voz ronca.

La nombrada sonrió de costado por lo último y dió un pico en sus labios apoyándose de las ruedas de sus patines para quedar unos centímetros más alta.

Aquel gesto le robó una vez más, una sonrisa a el italiano, quien le devolvió el rápido beso en sus labios.

—Tienes razón...

—Siemprre la tengo. —la interrumpió, divertido y egocéntrico al mismo tiempo.

—Pero aún así no me quiero confiar. —arruga su nariz, dándose la vuelta sobre ruedas y se alejó un metro de él para después mirarlo con una sonrisa de costado— ¿Qué esperas, Matteo? —arquea una ceja.

El italiano se endereza y cruza sus brazos dándole una mirada coqueta junto a una sonrisa ladina.

Todos sus gestos al estilo Balsano.

En cambio, Luna cruzo tambien sus brazos y apoyó todo su peso en una pierna para devolverle de igual manera una mirada coqueta con sus ojos verdes.

Él se acercó a ella sobre ruedas y con lentitud, analizándola desde sus patines hasta sus ojos. Sonríe de costado cuando está frente a ella y toma sus manos con las suyas, entrelazándolas. Las junta, llevándolas a su boca dándole un beso a cada una.

Luna estaba que moría de ternura, así que mordió sus labios mirándolo con cariño.

—¿Me concede este baile, principessa? —dijo, con su notable acento italiano.

Luna hizo un gesto, como si estuviera pensándolo, mirando hacia el cielo soleado

Aunque no tenía nada que pensar, por supuesto que aceptaba sin dudarlo.

Sonríe y vuelve su mirada a él.

—Por supuesto que sí, eso no se duda. —sonríe, haciendo que sus ojos verdes se vean achinados.

Matteo rió y se inclinó hacia delante para darle un beso en su frente y en la punta de su nariz.

Accompagnami. —le susurró cerca de sus labios.

Sempre, chico fresa. —le devolvió el susurro para después juntar sus labios en un beso.

Al terminar, ambos sonrieron como idiotas sin despegar sus frentes y comenzaron a deslizarse sobre las ruedas de sus patines para comenzar con su entrenamiento del día.

Ambos con su conexión, no batallaron nada en hacer y crear los pasos para la nueva competencia que comienza en tres días. Sin embargo, aunque Matteo sabía que con Luna tiene una conexión increíble y no sería necesario entrenar tanto, tiene una novia terca que cuando algo tiene en la cabeza, nada ni nadie se lo quita.

Así que no le queda de otra más que entrenar duro esos tres días seguidos.

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