➳ Cumpliendo un sueño; lutteo

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Ella una vez me dijo, "¿Sabes? A mí me gustaría conocer Italia" hace muchos años atrás, y bueno, ¿Quién soy yo para negarle un sueño más a mi chica delivery?

Porque sí, llevo un mes planeando nuestro primer viaje solos a Italia.

Me ha costado mucho, sobretodo que Miguel dejara a su hija a mi cargo. Al principio cuando escuchó mi idea se negó rotundamente, a la segunda vez que se lo mencioné igual, y bueno, como dicen por ahí, la tercera es la vencida. Y así fue.

Aceptó. Se veía algo indeciso pero le prometí que cuidaría de Luna con mi vida, no dejaría que nada malo le pasara.

Después de eso tuve que estar viendo algunos hoteles por internet, pero mi prima Flor me llamó, hablamos tanto que se me salió decirle mi maravilloso plan y me dijo que ni de joda nos dejaría quedarnos en hotel fuera de lugar cuando teníamos nuestra casa, o sea, la casa de mis tíos. Y casi todo estaba perfecto con eso.

El único problema es que no quiero que incomoden Luna.

Conozco a mi familia. Mi padre estará allá, por ende mis tíos y mi prima, Flor, también. Mi tía Luccía es un tanto... Intensa. Y de todo un año que llevo con Luna, solo conoce a Flor y eso se debe a que la señorita se metió el capricho de pasarse un mes y medio en Buenos Aires.

En cuanto a mi tío Alexandre y mi tía Luccía, tienen dos años de no venir a Argentina por cuestiones de trabajo. Son iguales a mi padre.

Suspiro frunciendo mi ceño. Me encontraba en la barra donde los chicos atendían a los clientes del Jam and Roller y la razón por la que estoy ahí es porque les pedí la tableta para checar algunas cosas pendientes de nuestro próximo y primer viaje.

Pedro me la había prestado sin problema.

Miro el horario en el que están disponibles los viajes totalmente concentrado, haciendo cuentas de cuánto saldría.

—¡Hola chico fresa! —la voz alegre de Luna me sorprendió a tal grado de que la tableta cayó de mis manos. Con el corazón a mil la apagué rápidamente y la miré con una sonrisa nerviosa. Ella me miraba con sus ojos entrecerrados— ¿Qué hacías que te asustaste?

Negué lentamente apretando mis labios sin saber que decir.

—Estaba... Pues... —balbuceo un poco. Ella se acerca a mi pero antes de que pudiera hablar, Pedro llegó a salvarme.

—¿Ya terminaste de buscar las nuevas bandejas? —comentó con rapidez , mirándome fijamente. Asentí al instante al ver cómo miraba la tableta.

Aunque no tenga ni la más mínima idea de lo que sea una bandeja.

—Sí sí, ya están... Vistas. —él sonrió y palmeó mi hombro.

—Gracias por hacerme ese favor hermano, ya sabes, el trabajo aquí nunca termina y no me daba tiempo para buscarlas por mi cuenta. —esto último lo dijo mirando a la rubia-castaña de mi lado. Ella nos miraba a ambos confundida.

—Pero...

—No hay de qué, Pedro. —interrumpí hablando roncamente— Ya sabes, yo estoy... disponible... para lo que ocupes. —asentí sonriendo forzado, haciendo contacto visual con él.

Se estaba burlando de la situación. Fruncí mis cejas al ver cómo miraba de Luna a mi divertido. Limpia sus manos con el trapo antes de colgárselo en su hombro.

Dannazione, il mio cuore è pazzo.

—Adiós chicos, nos vemos más tarde. —nos mira por última vez con una sonrisa antes de marcharse.

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