Capítulo 12

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Me tiré hacia ellos, empujándolos así a los dos al suelo, cayendo sobre nuestras sombras, y esta vez, fuimos a otra dimensión, cambié el lugar donde estábamos por un lugar negro, en el que flotábamos los tres, bueno, en realidad estábamos cayendo.
El miedo se apoderó de los cuerpos de mis amigos, y del mío también, pero había una especie de recuerdo lejano que me dacía que debía estar tranquilo, pero no acababa de recordar. Algo me golpeó, y otra vez, estuvo todo oscuro, mi entorno abitual, pero esta vez, sí que tenía miedo, demasiado miedo, pero entonces vi una rendija de luz, era una puerta, y de ella salió un hombre, salió mi padre, u también vi que estaba en una cuna, no era capaz de hablar, ni de moverme.
-Hola Alvin.- me dijo ese hombre, que no podía distinguir con claridad, así que seguí llorando -No llores, soy yo, tu padre- algo se rompió otra vez en mi interior, tras tres años evitando ese tema, y un recuerdo de cuando apenas tenía meses, lo avivó, y sobre todo, avivó la tristeza y la rabia.
Mi padre rompió el silencio.
-Mira, sé que esto no es normal.- dijo él, como si supiera que podía entenderle con apenas unos meses -También sé que moriré en unos años, pero es lo que tendré que afrontar. Felices 15 años, por cierto.
Te preguntarás cómo es que sé que eres tú con 15 años, es simple, tú eres especial, no eres una sola cosa, como el resto de sombríos.
Intenté decir algo, pero de mi boca solo salían algunos sonidos extraños.
-Ttanqulio, es normal que no sepas lo que pasa contigo ahora mismo y con la dimensión Sombra, y en este mismo instante, estás viviendo dos vidas, tu "yo" bebé, y tu "yo" adolescente, poco a poco sabrás más sobre esta dimensión, tu destino estaba escrito hasta este punto, ahora ya solo depende de tí, pero un pequeño consejo antes de nada, los blancos no son todos tus enemigos, simplemente sirven a un líder, igual que tú, tu objetivo es dejar a ese líder de lado y lograr llegar al que yo llamo o llamaba el gran blanco.
En fin, lo que te quiero decir es que te ganes la vida tú solo, con tus compañeros de batalla. Y también te pido que hagas más amigos.
Volví a llorar una vez más, y también pegué unos berridos tremendos.
-Adios hijo, hasta siempre.- su imagen se volvió borrosa, y sentí que empezaba a despertar, pero yo no quería -Te quiero.- fue lo último que escuché de él.

El origen SombríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora